¿Qué son en sí?
Se trata de meros ofrecimientos para hacer tal o cual cosa.
O bien, solamente manifestaciones de la voluntad de dar o hacer tal o cual cosa.
O sea, acciones o hechos ofrecidos para el futuro, que pueden o no cumplirse.
Porque aquí queda muy bien aplicado eso que dice: del dicho al hecho hay mucho trecho.
Tanto han fallado las promesas que se han inventado con ellas muchas frases famosas, como ésa que dice: El prometer no empobrece, el dar es lo que aniquila.
Don Alfonso Esparza que administró mucho tiempo esta casa tenía como frase muy de él ésta que decía: El que por nada se compromete, por nada tiene que cumplir.
El mundo está lleno de promesas.
Todos los días brotan generosas de los labios de muchísima gente, queriendo avanzar, ganar terreno, conseguir algo, dejando la palabra empeñada.
Si todos fueran formales, el valor de la palabra sería garantía de cumplimiento.
Pero muchos prometen hoy y olvidan mañana.
Por todo ello surgió la otra frase también muy popular que dice: Papelito habla.
Hay seres que están más obligados a cumplir las promesas. Por ejemplo el novio que pide a su compañera casarse, prometiéndole el sol y las estrellas.
Y también muy importante es cumplirle a los niños todo lo que se les promete.
Ellos no olvidan, viven esperando el cumplimiento cabal de lo que les ofrecieron.
Las promesas hay que formularlas cuando se tenga la mayor seguridad de cumplirlas.
Cada persona va formando su propia personalidad con la seriedad de sus actos y el cumplimiento de lo que ofrece.
Hay personas dignas de toda la confianza, ellas sí cumplen todo lo que prometen, pero otras muchas no.
Y cada ser va subiendo o bajando de valor conforme cumple o incumple lo prometido.