Es noviembre y sigue lloviendo por estas tierras.
Y es que este 2004 ha sido favorecido por las aguas que bajan del cielo.
Nuestras dos presas están casi a la mitad lo que asegura ciclos agrícolas especiales.
Las gotas caen con fuerza y golpean la ventana, como pidiendo posada, como queriendo entrar y acomodarse con nosotros para escuchar esta melodía que tanto nos gusta.
Llovió también el año pasado, pero esta vez en pleno noviembre tenemos inundaciones por todas partes lo que también nos hace pensar que el invierno será crudo y frío.
En casa ya aparecieron los primeros brotes de gripe.
Estamos escribiendo y a lo lejos se escuchan los truenos y en plena tarde los relámpagos dan brillantez al lugar, como queriendo mostrar la grandeza y la fuerza de la naturaleza.
El mismo ?Mirru? está inquieto. No le gustan mucho las tormentas. Corre cuando escucha el primer trueno y atrás del sillón asoma su cara asustada, como pidiendo lo ayudemos a estar tranquilo.
Y cerca, el mayor de los nietos ni se inmuta. Sigue entretenido en sus juguetes, los forma y hace una caravana larga e interminable. Después junta los cojines y también los pone en fila diciendo que los subirá a un camión imaginario porque son cajas de refresco y los va a vender entre nosotros, a diez y ocho pesos cada uno. Y es que esa cantidad le fascina, es la que siempre menciona cuando anda de comerciante de a mentiritas. Posiblemente, siguiendo la tradición familiar también sea comerciante. Le gusta mucho ir al supermercado cercano, que él llama ?Puper? a donde entra casi todos los días con los mismos pasos que mostraba John Wayne cuando aparecía en escena.
Su hermanita tampoco está asustada sino todo lo contrario. Aunque todavía no camina quisiera volar para asomarse a la ventana y ver la lluvia.
Y en otro lugar de la pieza, el otro nieto, también muy pequeño come con gran placer su puré de fruta mientras señala los relámpagos y dice ?ete... ete?.
Todo lo envuelven las notas de esa vieja melodía que dan un toque de tranquilidad a la estancia, mientras por la calle pasan corriendo varios jóvenes, contentos, gritando y mojándose a placer.
Es noviembre y el nieto mayor pide que ya llegue Navidad, y que pongan muñecos de nieve por todas partes. Es muy curioso ver que a él no le gusta la imagen de Santa Claus, pues dice que el que trae los juguetes es el Niño Dios.
