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De La Vida Misma / Personaje inolvidable

Miguel A. Ruelas

Desde muy jóvenes nos gustaba leer en una revista que en varios idiomas circula casi por todo el mundo, una sección titulada Mi Personaje Inolvidable.

En ella, los diferentes autores narraban el impacto que les habían dejado seres muy diferentes a los demás, a grado tal de convertirse en inolvidables pues transcurría el tiempo y sus recuerdos, sus detalles, su forma de ver y vivir la vida los hacía muy diferentes a los demás.

Usted y nosotros también los hemos conocido, y quedarán por siempre en nuestra mente y en nuestro afecto.

Por esta casa pasaron varios de ellos, y viendo la página del recuerdo que cada domingo presenta EL SIGLO apareció en ella hace poco uno de esos personajes.

Antonio López Vázquez fue su nombre.

Mas conocido como ?El Panzón López?.

Diría nuestro amigo el Dr. Enrique Vázquez L. con el calificativo que acostumbra dar a esos seres, que fue, simplemente, un canto a la vida.

Nunca lo vimos de mal humor.

Su característica que lo convirtió en inolvidable fue precisamente su buen carácter.

Además era un amante de la poesía en la que no faltaban los versos humorísticos.

Su capacidad de trabajo lo llevó a ocupar puestos de importancia, como jefe del Departamento de Linotipos y finalmente el de Administrador.

Bromas sanas las hacía hasta a sus mismos familiares. Venía a visitarlo Tony uno de sus hijos y no se escapaban de las ocurrencias de su señor padre.

Una vez trajeron varias cosas de Parras, Coah. para don Salvador García, como había comestibles que podían ser afectados por las altas temperaturas, ?El Panzón? decidió probarlas y nos invitó a varios que no sabíamos para quién estaban destinadas. Nos dimos un señor banquete que incluyó nueces al por mayor. A la mañana siguiente eran tantas las cáscaras que tuvimos que depositarlas en un bote especial, y después, riendo, nuestro personaje le dijo a don Salvador: ?Mira Chavita, te trajeron esto y aquello de Parras, pero todo estaba tan sabroso que nada más quedaron las cáscaras.?

Un día enfermó y lo llevaron al Seguro Social. Íbamos a visitarlo y médicos y enfermeras decían lo agradable que les resultaba atender a ese paciente tan bromista y tan especial.

De su mismo paso a la otra vida ?El Panzón? hacía bromas y nos pedía no estuviéramos tristes cuando se fuera sino contentos por haberlo conocido, que eso sería lo máximo para él.

Dios lo ha de tener a su lado, también gozando de tantas de sus ocurrencias.

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