Con características muy propias.
Lo que los hace resaltar donde quiera que estén.
Y uno los encuentra en el lugar menos esperado.
Se les puede considerar como personas tan especiales que con facilidad ganan premios, distinciones, y reconocimientos sólo creados para ellos.
Y es que lo que hacen, lo realizan, no sólo con gran capacidad, sino con un gusto y una alegría que se les nota por los cuatro costados.
Don Efraín Pedroza Navarro es uno de esos personajes.
Atiende las mesas en el restaurante de ese céntrico hotel que está casi junto a la famosa plaza de San Marcos, en la ciudad de Aguascalientes, en cuya torre cada hora toro y torero dan fe del paso del tiempo...
Algunas veces hemos estado ahí, y siempre nos llama la atención la forma de desempeñarse de él, con tanto profesionalismo, con tanta amabilidad, con esa disposición y ánimo que sólo tienen los seres privilegiados.
No le resulta pues difícil portar en la solapa de su chaleco muy seguido, esa placa que sólo se les da a los empleados más sobresalientes del mes o del año.
De estos seres hablábamos no hace mucho aquí.
De personas, profesionistas, empleados, servidores, etc., etc., que lo que hacen lo realizan con una alegría y una familiaridad que lo deja a uno gratamente impresionado por esa forma de darle a los demás no sólo una muy buena atención, sino también algo de su forma de atender a sus semejantes que lo tiene uno que reconocer y comentar.
Son seres que cada amanecer despiertan con el mismo pensamiento de Simón Bolívar, el gran Libertador de América, quien cada mañana decía: ?Hoy, nuevamente vamos a triunfar?.
Seres de esta clase los necesita mucho este México que a veces se estanca en dudas y temores.
Personas como don Efraín se requieren en todas las empresas, para que éstas crezcan, mejoren y sean recomendadas por todas partes.
Ser atendido por este tipo de servidores es un privilegio y más orgullosos deben estar quienes cuentan con estos empleados que deberían estar multiplicados por todas partes, pues en cambio, hay lugares a donde uno llega y jura nunca más volver.
