Así califican muchas personas a aquellos seres positivos que nos dan ejemplo de amor a la breve etapa que pasamos por este Valle.
Primero, ¿cómo definiríamos la palabra amor?
La otra noche el sacerdote oficiante decía: Amor no es sólo un sentimiento, sino también una actitud, los hechos mismos que hablan de una manera de mostrar lo que realmente queremos.
Esa actitud ante los acontecimientos del diario vivir son los que hacen diferentes a unos y a otros.
Es ella la que eleva sobre los demás a los de corazón noble y a los de espíritu diferente, tan firme y elocuente lo mismo en la alegría que en la adversidad.
Un canto a la vida es la forma en que muchas personas van dejando su huella junto a nosotros.
Tienen una forma distinta de ver las cosas, todas desde un punto de vista, no sólo positivo sino también agradable.
El pesimismo no está en su pensar mucho menos en su sentir.
Todo lo ven tal como es, sin exageraciones porque parecen poseer el sentido de la medida de las cosas en su justa dimensión.
Despiden en su entorno paz y tranquilidad.
Saben contagiarnos con su alegría y es un placer estar a su lado.
Escuchan con interés y respeto a los demás.
Y calladamente extienden una mano para ayudar al hermano.
Junto a nosotros hay también seres positivos que hacen este mundo no sólo mejor sino placentero.
Un amigo nos decía: Es que vienen de otro planeta, no son humanos como nosotros, pero lo cierto es que se trata de seres privilegiados a los que el Señor los dotó de dones especiales para que conociéramos en carne y hueso lo que es: un canto a la vida.