He hecho un importante hallazgo que puede revolucionar –sin hacer cambios- todas las teorías económicas en México. Mi descubrimiento es el siguiente (lo escribiré en caracteres ulfilanos para mayor constancia): TENEMOS MUCHOS FONDOS. De veras: tenemos muchos fondos. Dinero nos falta, es cierto, pero fondos tenemos, y bastantes. Me explicaré, como dijo Colón cuando su señora le preguntó a dónde había ido, que se tardó tanto. Desde hace tiempo los voceros oficiales han venido repitiendo esta frase: “La crisis ya tocó fondo”. ¿Cuántas veces habremos oído tal declaración? Algunos historiadores serios afirman que el primero en decirla fue Acamapixtli. Soy poco versado en cosas de antigüedad mexica, y no puedo, por tanto, convalidar esa aseveración. En cambio estoy en aptitud de señalar que desde los tiempos de Echeverría empecé a escuchar esa frase: “La crisis ya tocó fondo”. He llegado, entonces, a una plausible conclusión: la crisis tiene varios fondos. Es parecida a la ciudad de Troya. Schliemann, arqueólogo amateur, exploró sus inquietantes restos y halló no menos de seis o siete Troyas superpuestas. Y deje usted superpuestas: unas arriba de otras, lo que es más misterioso aún. Así sucede con los fondos de la moderna crisis mexicana. Cuando tocamos fondo abajo hay otro fondo, y por debajo de éste hay otro más, y otro más bajo aún, y así sucesivamente hasta llegar al infinito. Lo mismo pasaba con las mujeres del siglo XIX: llevaban tantas enaguas encimadas que desvestirlas era labor paciente y fatigosa. Don Luis de Garmabella y Valdeleal, galán de España, solía entrenarse en ese menester. Para el efecto tenía un maniquí cubierto con todas las nimias prendas femeninas de uso en aquellos tiempos, y hacía que su valet le tomara con un cronómetro el tiempo que tardaba en despojar al maniquí de todas esas vestiduras. Su récord fue de 16 minutos. Lo consiguió un día que andaba inspirado y muy en forma. Yo digo que en ese tiempo a cualquiera se le apaga hasta el cigarro. En fin, después de que la crisis ha tocado fondo tantas veces sólo nos queda preguntar cuántas veces más lo tocará... “¿Que te has retirao de los toros, Gitanillo? ¿Tú, er más valiente de todos los toreros, er más arrogante, mandón y temerario? ¿Por qué te retiras, si se pué saber?”. “Es que me casé, sabes, y mi mujé no me deja salir los domingos”... Le dice Juanilito a Pepito: “Mi padre es rico, inteligente y guapo”. Responde el tal Pepito: “Pues que no lo sepa el señor ése tan feo, pobre y tonto que vive con ustedes, porque se va a poner celoso”... La muchacha tocaba el piano en la sala, y el novio cantaba una romanza: “Soy como la golondrina”. Al papá de la chica le llamó la atención la apasionada vehemencia de la música y se asomó a ver a los intérpretes. Lo que vio lo puso en paroxismo de iracundia. Mientras cantaba “Soy como la golondrina” el muchacho metía mano en el escote de la pianista. Le dice el papá, furioso, al atrevido galancete: “No, jovencito -dice furioso el padre-. Usted no es como la golondrina: usted es como la chingada”... El autobús iba atestado, el viaje era muy largo y Susiflor estaba muy cansada, de modo que aceptó la invitación que le hizo un joven para que se sentara en sus rodillas. A poco de andar dice nerviosa Susiflor: “Perdone, joven: siento algo que me cala”. “-Discúlpeme, señorita -se apena el muchacho-. Es mi pipa”. Tercia un señor de edad madura: “Venga a sentarse en mi regazo, jovencita. Yo ya no fumo”... FIN.