Muy indignado le grita lord Feebledick a su esposa, lady Loosebloomers: "¡No lo niegues, hetaira inverecunda, vulpeja sin honor! ¡El detective que contraté me informa que me engañas con el guardabosque, el chofer, el mayordomo, el valet, el hortelano, el preceptor, el caballerango, el vigilante, el cocinero, el montero, el herrero, el carpintero, el perrero, el pastelero y el jardinero!”. "Es cierto -confiesa muy digna lady Loosebloomers-. ¡Pero con nadie más!”... Don Algón aceptó la invitación de uno de sus empleados para cenar en su casa. Lo recibe la hijita del anfitrión. "¿De modo que es usted el jefe de mi papi? -dice la pequeña-. Me da mucho gusto conocerlo, él siempre está hablando de usted, señor Negrero”... Se jactaba la vedette en una fiesta: "He estado en los mejores hoteles de cada ciudad a donde he ido". "Es verdad -comenta alguien en voz baja-. Una hora en cada hotel”... Era una hermosa noche, y don Wormilio contemplaba extasiado la inmensidad de la bóveda celeste. Lleno de emoción dice a su esposa: "Cada vez que pienso en la infinitud del universo, Gorgolota, me azoro al considerar lo insignificante que somos los humanos”. "Sí, -responde la señora-. Y tú más”... Una amiga le pregunta a Nalgarina Grandchichier: "Perdona la indiscreción: tú ¿de que vives?”. "De mis acciones” -responde ella-. "¿De veras? -se admira la amiga-. Me gustaría que me hablaras de eso. Te invito a cenar esta noche”. "No puedo -se disculpa Nalgarina-. Precisamente hoy en la noche tengo acción”... Doña Ignaria, nueva rica, mostraba con orgullo el carísimo perro que había comprado. "Es muy obediente -decía-, muy cariñoso”. "¿Y de pedigree?” -pregunta alguien. Responde con acrimonia doña Ignaria: "No bebe”... El padre Arsilio estaba confesando a Afrodisio. Le pregunta: "Dime, hijo: ¿deseas a la mujer de tu prójimo?”. "Sí, padre -responde el salaz tipo-. Pero en justa compensación a la mía no la deseo”... En otra ocasión el sacristán fue con el padre Arsilio. "Señor cura -le informa-. Frente al altar hay un sujeto diciendo en voz alta: ‘¡Ah chin...! ¡Ah chin...!”. "¡Qué barbaridad! -se indigna el padre Arsilio-. ¡No se puede tolerar semejante conducta ante el altar!”. Se apresura a ir a donde estaba el tipo y le pregunta la razón de aquella grosera letanía que recitaba sin cesar: "¡Ah chin...! ¡Ah chin...’. "-Mire, padrecito -le explica el individuo-. Como usted ve, soy muy moreno. Mi señora es morena también. Tenemos un vecino rubio. Ayer mi esposa dio a luz. Y el niño es rubio”. "-¡Ah chin...! -exclama consternado el padre Arsilio... "A ver, Pepito -pregunta la maestra-. ¿Cómo se llama el esposo de la vaca?”. "Buey”. "No. Se llama toro”. "Perdóneme. El toro es el amante”... ¿Qué te sucede, columnista? ¿Narrando inanes cuentos pasarás la vida, y no orientarás hoy a la República? ¿No ves acaso todo lo que está pasando? ¡Ea! ¡Sus! ¡Hala! ¿Qué más puedo decir para exhortarte a salir por los fueros del País. Di por lo menos esto: México ha sobrevivido con Presidente y a pesar del Presidente. Sobrevivirá también ahora sin Presidente... FIN.