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De Política y Cosas Peores

Armando Camorra

La mujer de Libidiano llegó a su casa y sorprendió a su esposo en lúbrico abrazo con la criadita Mary Thorn. "¿Qué es esto, Libidiano?" -grita en paroxismo de ígnea furia. Al escuchar la destemplada voz de su consorte Libidiano finge la sorpresa de quien sale de una fantasía y entra en la realidad. "¿Qué sucede? -pregunta con simulado asombro al tiempo que se estregaba los ojos-. ¿Quién me habla? ¡Cielos! ¿Qué estoy mirando? ¿No eres tú, esposa mía, la mujer con quien hacía el amor? ¡Oh! ¡Ahora confirmo que necesito lentes!”. (Bribón descarado. Su cinismo no reconoce límites. Supongamos por un momento que, en efecto, su vista lo engañara. Pero el tacto y el oído ¿qué? La esposa de Libidiano, según informes ciertos, permanece inmóvil, como el Peñón de Gibraltar, en el trance amoroso: no deja escapar ninguna exclamación, y se pone a pensar en las compras del siguiente día. En cambio Mary Thorn gritaba, gañía, gemía y arrufaba de tal modo que comparada con ella la barahúnda que hacen los gatos en las azoteas es un concierto de los Niños Cantores de Viena, famoso grupo coral que cumplió ya cinco siglos de existencia. ¿Y se iba a confundir el amador lascivo? No, Libidiano: es inútil tratar de engañarnos. Bien sabías lo que estabas haciendo, no lo niegues. Ojalá sea esta la última vez que tu esposa te encuentra en tales arrecheras. Si no puedes ser casto, al menos procura ser cauto)... Babalucas le dice a un amigo: "Compré una piedra preciosa". "¿Cuánto te costó?" -pregunta éste. "Veinte pesos" -responde el badulaque. "¿Veinte pesos por una piedra preciosa? -se sorprende el amigo-. No puede ser. Déjame verla". Babalucas saca del bolsillo de su pantalón una piedra común y corriente, de las que en cualquier arroyo se hallan. "¿Pagaste 20 pesos por esta piedra?" -exclama el amigo. "Sí -replica muy orgulloso el tonto roque-. ¿A poco no está preciosa?"... No cabe duda: en México los partidos ejercen un indebido monopolio político, y violan la Constitución al impedir a los ciudadanos el libre y pleno ejercicio de un derecho fundamental en la democracia: el derecho de todo ciudadano a postularse como candidato sin depender para eso de la patente de un partido. A más de esa viciosa situación confirmo en los partidos la muerte de las ideologías y el aniquilamiento de toda idea de valor. Nos hallamos en la presencia de un burdo pragmatismo que agota la actividad política en la mera búsqueda del poder, cuya obtención se traducirá en chambas, prebendas y ocasiones de medro personal. ¿Dónde quedaron las ideas? En tiempos de la guerra con los americanos un comerciante de mi ciudad vendió mercaderías a los invasores yanquis. "¿Y el patriotismo? -le preguntó alguien. "Pos viera que no lo vide" -respondió boquiabierto el individuo. Igual pueden responder estos mercaderes de la política cuando alguien los interrogue sobre ideologías, principios y valores: "Pos viera que no los vide"... Se hablaba de la conveniencia de que los maridos invitaran a sus esposas a salir. "Y tú -le dicen a Capronio- ¿sacas de vez en cuando a tu señora?". "Todas las noches -responde él-. Pero empieza a gritar y a golpear la puerta y tengo que dejarla entrar de nuevo"... "Padre -dice el sujeto en el confesionario-. Acabo de gozar los favores de Frinesia, una morena preciosa. Tres veces la gocé. De ahí vengo". "¿Qué otros pecados tienes?" -pregunta el sacerdote-. "Nada más ése" -responde el individuo. "De penitencia -le indica el confesor- rezarás 15 avemarías". "No sé cómo se reza esa oración -declara el tipo-. Soy protestante". "¿Cómo protestante? -se azora el padre-. Entonces ¿qué estás haciendo aquí?". Explica el otro: "Es que tenía que contárselo a alguien, y de momento no hallé a nadie"... FIN.

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