Ms. Louslay, ya se sabe, es la mujer más fría al sur del Círculo Polar Ártico y al norte del Antártico. A su lado un congelador es un baño sauna. En cierta ocasión estornudó Ms. Louslay. Tal fue el origen de la famosa onda fría del 95, que provocó nevadas en Miami, la pérdida de la cosecha de tabaco en Alabama y otros fenómenos que llamaron la atención de los meteorologistas. Pues bien: hace unos días el esposo de Ms. Louslay, Mr. Starving, le pidió a su mujer el cumplimiento del deber señalado en la Ordenanza 226: los casados han de hacerse la mutua cesión de sus cuerpos. Ella se negó. Tenía el pensamiento puesto –dijo- en el ave llamada “meadowlark” (Sturnella neglecta), cuyo número es cada vez menor en el Oeste Medio. Ante la posible extinción de esa especie ornitológica ¿iba ella a pensar en cosas de erotismo? “Pero, mujer –intentó alegar Mr. Starving-. La última vez que hicimos el amor fue la noche en que Floyd Patterson noqueó a Archie Moore”. “¿Cuándo fue eso?” –preguntó ella con curiosidad. “-No recuerdo el día exacto –reconoció Mr. Starving- pero la pelea fue en 1956”. “Ayer, prácticamente –dijo Ms. Louslay-. No quieras todos los días”. Y así diciendo se entregó a la tara de aplicarse una crema de algas color morado oscuro, señal indubitable de que su negativa era final. Mr. Starving, entonces, salió de su casa para ir al bar del vecindario. Ahí solía enjuagar con alcohol el manto de sus penas. Vio a una mujer en la barra, sola, y fue a sentarse junto a ella con la esperanza de suscitar su compasión. “¿Me permite invitarle una copa?” –le ofreció. “-Soy lesbiana” –respondió ella con tono de hosquedad. “De cualquier modo quiero invitarle algo –insistió de buena fe Mr. Starving-. Si su religión le prohíbe beber licor tómese una limonada”. Ella le lanzó una mirada furibunda y se alejó. En eso llegó al bar una muchacha de las llamadas hookers, perteneciente a la vida alegre. Había terminado su jornada, y venía tan cansada que lo único que quería era no acostarse. “¿Me aceptas una invitación?” –se dirigió a ella Mr. Starving. “Gracias, guapo –respondió la chica-, pero no. He estado en la cama 12 horas. Necesito descansar. Si tuvieras conmigo sentirías que estabas con un cadáver”. “Mejor –replicó el laceroso esposo-. Parecerá que estoy con mi esposa, y de ese modo no será tan grave la fornicación”... Tampoco parecerá grave la declaración de que han prescrito los presuntos delitos cometidos en la llamada “guerra sucia” si se recuerda, primero, que la ley es blanda, pero es la ley. Quiero decir que hay delitos que no deberían prescribir, pues la prescripción es un beneficio, y hay delincuentes que no merecen ninguno. Pero si ahora la ley determina esa prescripción, vale para todos. Recordemos también que esa nombrada “guerra sucia” fue sucia por ambos lados. Si alguno persiguiera judicialmente a alguno de aquéllos que en nombre de una vaga idea de justicia asaltaron, secuestraron o asesinaron a su prójimo, también a ese delincuente beneficiaría la prescripción legal. Lo digo nuevamente, para memoria de las generaciones venideras: en este caso la ley es blanda, pero es la ley... FIN.
