¡Caray, cómo han j... las conquistas a este pobre país! No hablo de la Conquista hecha por Cortés, hazaña inconmensurable que no tiene parangón en la historia universal, pero que nos dejó a los mexicanos un bonito catálogo de traumas que aún no podemos superar. Tampoco hablo de la conquista económica realizada por los extranjeros, dueños ahora de los bancos, las industrias, los grandes centros comerciales, y aun de los hoteles, incluidos los moteles de paso, llamados también de corta estancia o de pago por evento. Hablo de las conquistas sindicales. El PRI creó en sus largos años de dominación un sistema corporativista fincado en la existencia de sindicatos controlados por aquellos líderes a los que se dio el título de “charros”, sometidos a la tutela gubernamental. Para que tal sistema pudiera funcionar fue necesario dar a los miembros de esos sindicatos una serie de prestaciones que los pusieron por encima del común de los trabajadores. Ahora esas prestaciones pesan onerosamente sobre la economía del País, hasta el punto de ser un grave riesgo para la supervivencia de las mismas empresas que por causas de política concedieron los excesivos beneficios. De ahí derivan problemas como el que afronta el IMSS. Hoy por hoy el emblema del Seguro, en vez de un águila, debería ser el de una gallina de los huevos de oro amenazada de muerte por quienes no reconocen la imposibilidad de mantener los privilegios que han tenido. Es cierto: la ley no se puede aplicar retroactivamente en perjuicio de persona alguna. Pero si no se reforma la legislación del IMSS, en el futuro el perjuicio será para todos... ¡Insensato columnista! Esa última frase me provocó un espasmo en el píloro. Mira cómo estoy sudando. Siento además convulsiones en el epitelio. Tendré que relatar algunos chascarrillos que nos aseden el ánimo y hagan volver la tranquilidad a la República... Le pregunta Babalucas a un amigo: “¿Qué horas son?”. Contesta el otro: “Las 8 menos cinco”. Babalucas se enoja: “¿Pa’ qué complicas las cosas, caón? Di sencillamente que son las 3”... Se casó la señorita Peripalda, muchacha muy devota. Al comenzar la noche de bodas le dice con solemnidad a su flamante maridito: “Cumplamos, esposo mío, el mandato del Señor: ‘Creced y multiplicaos’”. Responde él: “Yo ya crecí donde se debe. Procedamos ahora a la multiplicación”... En la marisquería le pregunta la esposa a su marido: “¿Qué pediste?”. Responde él: “Un vuelve a la vida”. “¡Ah! -exclama la señora-. ¡Ojalá se te caiga en el regazo!”... La gallina del corral le dice a la patita: “Estuvo muy agitada la fiesta del sábado. Ya hace una semana de eso y todavía sigo poniendo huevos revueltos”... Frase un poquito célebre: “Todos los que están en favor del aborto ya nacieron”... Birjanio, irredento jugador, fue a Las Vegas, y en unos cuantos lances de ruleta perdió todo el dinero que tenía. Desesperado salió y buscó un poste para ahorcarse. Se había puesto ya la soga al cuello cuando vio una monedita de 10 centavos en el suelo. La recogió. En ese preciso instante oyó una voz majestuosa que provenía del cielo. “Regresa al casino” –le dijo aquella voz. Regresó el hombre y jugó la monedita en una máquina tragamonedas. Recibió una catarata de monedas. Oyó otra vez la voz: “Regresa a la ruleta”. En ella empezó a ganar, hasta que acumuló un montón impresionante de fichas. Entusiasmado apostó todas sus ganancias a un solo número. Perdió. De nuevo se escuchó entonces la majestuosa voz: “Ahora regresa al poste”... FIN.