Mi función, ya se sabe, es orientar a la República, sobre todo los sábados, que es cuando más escasean las orientaciones. Hoy es sábado. Daré pues mi orientación, cada vez más necesaria si se observa el panorama nacional. Antes, sin embargo, narraré algunas inanes historietas... Don Glafiro era de los Altos de Jalisco. Eso explica a mis cuatro lectores el carácter del recio vejancón: era sobrio, morigerado de costumbres, apegado a las tradiciones. Conservador, en suma. Su hijo Glafirito, en cambio, pertenecía a la nueva generación; decía “güey” y todo lo demás. Un día Glafirito le dijo a su rudo genitor: “Padre: quiero avisarle que me voy a poner un arete”. “Póngase los dos m’hijo –replicó hosco don Glafiro-. Si ha de ser "puñal"... no lo sea a medias”. (Desde luego don Glafiro no dijo “puñal”, pero lo que dijo no lo puedo yo decir)... En una terminal de autobuses había una máquina expendedora de condones. Tenía este letrero: "Si el producto resulta defectuoso, para obtener la devolución de su dinero inserte el bebé en la ranura"... Dentro del sistema escolar de Estados Unidos las notas escolares se expresan con letras, no con números. La calificación más baja es F. Un niño vio la licencia de manejar de su abuelita y le dijo: "Ahora me explico por qué mi abuelo ni te mira. Tienes F en sexo"... Llegó a su casa don Astasio y, como de costumbre, encontró a su mujer en brazos de un toroso mancebo. Fue a buscar la libretita donde tenía anotados adjetivos denostosos para atafagar a su esposa cuando la sorprendía en esos trances, y le espetó el último que había apuntado ahí. Le gritó: "¡Botionda!". En seguida le preguntó, furioso: "¿Qué significa esto?". La señora se levanta, va por un diccionario y empieza a buscar: "Botionda... Botionda... Dícese de la cabra en celo"... ¡Mujer pecatriz! Te agradecemos la información lexicológica, pero ciertamente tu marido no preguntaba sobre la significación de ese vocablo: inquiría más bien sobre tu acción vituperable de fornicio. La próxima vez ten preparada una explicación plausible, que ciertamente no hallarás en un diccionario... He aquí que el salvaje inocente ya no existe. Quizá no ha existido nunca: lo inventó Rousseau para fundar sus elucubraciones. Aquéllos que han buscado al salvaje inocente -Gauguin por ejemplo- aprendieron desolados que en la selva hay tanta inocencia como en París o Nueva York. En Oaxaca se ha desatado la violencia, si me es permitida esa inédita expresión. Privan ahí, por desgracia, atávicos resabios de un caciquismo que tiene su raíz en los usos y las costumbres de los grupos indígenas de la región. Un hombre como José Murat, que nada tiene de inocente y mucho de salvajismo político, ha propiciado con su conducta el estallido de acciones que corresponden a un pasado que debería ya quedar ahí, en el pasado. Y aún hay quienes pretenden que se mantengan usos y costumbres que suprimen las manifestaciones de la voluntad individual y niegan los derechos y dignidad de la persona para someterla a los dictados de la tribu. ¡No permitas eso, República!... La muchacha le informa a su papá: "-Quiero que sepas que soy lesbiana". "Cuéntaselo a tu madre -responde el señor-. Ésas son cosas de mujeres"... En forma terminante le dice la esposa a su marido, un conocido inventor: "No me importa que seas Edison. Con la luz prendida no"... FIN.
