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De Política y Cosas Peores

Armando Camorra

Nubilita, muchacha adolescente, le dice a su papá: “No sé nada acerca del sexo, papi. Háblame del tema”. El señor tose. “¿Por qué no platicas con tu mamá?”. Responde la chiquilla: “No quiero saber tanto”...Tzintli Tlatlatzin, gran sacerdote de Huitzilopochtli, les comunica a sus colegas: “Ya no se consiguen vírgenes para los sacrificios, compañeros. Tendremos que decirle al dios que se aplican restricciones”... Llegó un sujeto a confesarse con el padre Arsilio. “Me acuso, padre -empieza- de haberle hecho el amor a Nalgarina Grandchichier”. “Dime una cosa, hijo -inquiere el sacerdote-. Esa Nalgarina ¿no es una vedette que está de moda, de cuerpo escultural que todos desean?”. “Efectivamente, padre -confirma el individuo-. Anoche las cosas se me pusieron de modo y le hice el amor a esa mujer. Pero el sábado se casa mi hija y debo comulgar. Por eso vine a confesarme”. “No puedo darte la absolución, hijo” -suspira el padre Arsilio. “¿Por qué?” -se inquieta el hombre. Responde el sabio sacerdote: “Porque tengo la seguridad de que no estás arrepentido”... Las señoras estaban en su merienda semanal. Todas se quejaban de las dificultades para encontrar criada. En eso se oyen ruidos y un ovni aterriza en el jardín. De él bajan unas extrañas criaturas. “Somos marcianos” -dice uno hablando con tono gutural. “-¡Marcianos¡ -responde con desdén la dueña de la casa-. ¿Para qué diablos queremos marcianos? ¡Sirvientas es lo que nos hace falta!”... Le dice don Algón al jefe de personal: “Ya sé que la señorita Pompilia salió mal en el examen. Contrátela, sin embargo. En la solicitud que llenó, donde dice ‘Sexo’ puso: ‘Estoy de acuerdo’”... Himenia Camafría y Celiberia Sinvarón, maduras señoritas solteras, cenaban en un restorán donde cantaba un trío. Se acerca el del requinto y les dice: “Les vamos a tocar ‘La Rondalla’”. “¡Viejo grosero!” -se indigna la señorita Himenia... Yo no soy analista, politólogo ni agudo observador de nuestra vida nacional. Aspiro a merecer algún día tan sonorosos títulos. Para eso frunzo el ceño -y todo lo demás-, adopto el continente del dómine o magister y doy voz a los siguientes pensamientos... México no es un país para la clase media. Quienes a esa clase pertenecemos estamos bien hodidos (se aspira la hache para que suene como jota). De los pobres el Gobierno ha sido padre providente, y de los ricos cómplice. Los campesinos, por ejemplo, recibían créditos que cada año, o al término de los sexenios, les eran condonados. Borrón y cuenta nueva en beneficio de muchos que no producían ni aun lo necesario para alimentarse. Los ricos, por su parte, han gozado también de protección oficial. El Fobaproa, por ejemplo, fue celestial favor para algunos cuya ineptitud o corrupción tendremos que pagar usted y yo, y que tendrán que pagar también nuestros hijos y nuestros nietos, y aun los hijos de ellos. Los muy pobres y los muy ricos, pues, han sido protegidos. Aquéllos se convirtieron en una especie de menores de edad o incapacitados; éstos -los ricos- han vivido en muchos casos de la especulación, de tratos con los poderosos de la política y de maromas financieras que son en verdad robos. Quienes trabajamos somos los de la clase media, y sobre nosotros caen todos los rigores del Estado. Nuestras deudas no son nunca condonadas, y nadie acude a nuestro rescate cuando nos va mal. Lo dicho: en México hay que ser o muy pobre o muy rico. Los de la clase media estamos bien hodidos (se aspira la hache para que suene como jota)... FIN...

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