"Jefe -pide el empleado al gerente de la oficina-, le ruego atentamente que me permita salir hoy más temprano. Mi esposa quiere que la lleve de compras”. "Definitivamente no, Lupercio -le contesta el jefe-. Esa no es razón suficiente para un permiso tal. No puede usted salir más temprano”. "¡Gracias, jefe! -replica el otro conmovido-. ¡Sabía que me iba a apoyar!”... Se realiza por estos días una campaña tendiente a disminuir el número de accidentes en las carreteras durante las vacaciones de verano. Debemos participar en ese esfuerzo. No hagamos de nuestros paseos una ocasión de desgracia para nuestra familia. Los viajes por carretera tienen siempre riesgos, y más ahora, cuando ha aumentado tanto el número de vehículos en circulación. Revisar bien nuestro automóvil antes de salir, verificar el buen estado de las llantas, certificar que las luces -incluyendo las de emergencia y las direccionales- están bien, cuidar el buen funcionamiento de los frenos y de dispositivos tales como los limpia-parabrisas, tales son algunas de las precauciones mínimas que se deben tomar. Y otras igualmente importantes: evitar el exceso de velocidad, no conducir con sueño o con cansancio, y menos aun después de haber ingerido bebidas embriagantes, manejar a la defensiva siempre. Una precaución fundamental han de tomar tanto el conductor como sus pasajeros: usar el cinturón de seguridad, pequeñísima, elemental precaución que ha salvado la vida de muchos y que los ha librado de terribles heridas y mutilaciones, de golpes que desfiguran el rostro o el cuerpo. Viajar así, con cuidado no sólo nos dará una seguridad que nadie más nos puede dar: hará además que nuestro viaje sea más tranquilo y placentero... Aquellos amigos se juntaban de vez en cuando a jugar al dominó. Todos se quejaban de que tenían muchos problemas para conseguir que sus señoras les dieran permiso de salir. Uno, sin embargo, aseguraba que él no tenía dificultad. "¿Cómo le haces?” -le preguntan los demás al mismo tiempo con envidia y con interés-. "Muy sencillo -responde-. Cuando tengo ganas de salir, al llegar a mi casa me froto las manos muy contento y le digo a mi señora: ‘¡Caray, no hay nada como estar en casita! Prepárame unas cubitas, hazme una buena cena de tres platillos y luego nos vamos a la recámara ya sabes a qué’. Entonces ella me dice: ‘¿Por qué mejor no te vas a jugar al dominó con tus amigos?”’... FIN.