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De Política y Cosas Peores

Catón

Eran los pasados tiempos del PRI, aún tan presentes. Cierto gobernador acudió ante el Presidente de la República a ofrecer el parte de novedades que los gobernadores, esos empleados del Primer Mandatario, debían rendir a su patrón. "Con la novedad, señor Presidente, de que en mi Estado, que es el suyo, hubo elecciones. Nuestro partido, señor, ganó carro completo: de todas, todas". "Y dígame, señor Gobernador -acotó por pura fórmula el monarca-. Las elecciones ¿fueron legales?". Tras una pausa ponderosa respondió el visitante: "Legalonas, señor Presidente, legalonas". Así, legalona, parece haber sido la elección de gobernador en Oaxaca. Hay muchas evidencias de manejos indebidos por parte de José Murat para imponer a un sucesor incondicional; se advierten numerosas irregularidades. Seguramente el caso llegará al tribunal federal electoral. Éste apreciará los alegatos y pruebas que se esgriman, y dictará su fallo irrevocable. Mientras tanto la inquietud política estará enseñoreada de Oaxaca, todo por causa de la torpe manera de hacer política de su gobernante actual. Perdida toda credibilidad, descalificado aun por quienes fueron sus cercanos seguidores, Murat es vivo ejemplo de la subsistencia de prácticas que no se pueden ya condonar en un país que aspira a la modernidad política. Sólo en la supresión de toda forma de caciquismo puede integrarse Oaxaca a tal modernidad, derivada del ejercicio democrático... Es menester ahora disipar la inquietud que esos sucesos han causado en el ánimo de la República. Para cumplir tan encomiable fin aporto algunos cuentos de humor lene... Viajaba un individuo en el tren que iba de México a Tijuana. En el asiento frente a él una señora joven y de opulentas formas intentaba darle el pecho a su crío, que rechazaba el apetitoso ofrecimiento. "Si no comes -le decía la señora al chiquillo- se lo voy a dar al señor". Una y otra vez durante el viaje repitió la señora aquella amenaza maternal, pues sólo de ese modo convencía al reluctante niño de tomar el pecho. Cuando llegaron a Tijuana la bella mujer se disculpó con el viajero: "Le ruego me perdone -le dijo- por haberlo usado para lograr que mi criatura se alimentara. No era muy correcto de mi parte eso de decirle al niño que si no tomaba el pecho se lo iba a dar a usted. Pero dígame, señor: ¿viene usted a Tijuana de paseo o por negocios?". "Ni una cosa ni otra -respondió el individuo-. Yo iba a Guadalajara, pero me seguí de largo para ver si en una de esas el niño no quería comer"... El gatito adolescente llegó a su casa a horas de la madrugada. Mamá gata lo reprendió con aspereza. Protesta el minino: "¡Caramba! ¡Qué no puedo vivir siquiera una de mis nueve vidas?"... La viejecita le dice al viejecito: "Vamos a caminar hasta la esquina". Tomaditos del brazo echan a andar los dos. En el trayecto le dice la ancianita al ancianito: "Ya que vamos hasta la esquina podemos comprar tu medicina en la farmacia". Responde penosamente el ancianito: "¿Debemos hacerlo todo el mismo día?"... Aquel hombre tenía un periquito. El loro estaba triste siempre, y se negaba a hablar. Lo observa el veterinario y dictamina: "Le hace falta una compañera". El hombre fue a una tienda de mascotas y compró una cotorrita en 2 mil pesos. La puso en la jaula del perico. Al poco rato oyó escándalo y gritos angustiosos. Acudió a la carrera y vio con asombro que el fementido loro estaba desplumando a la cotorrita. "¿Qué haces, pajarraco del demonio?" -pregunta indignado el señor. Responde el salaz perico: "Por 2 mil pesos la quiero encueradita"... FIN.

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