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De Política y Cosas Peores

Armando Camorra

Un individuo entra en la cantina. Se dirige ipso facto a otro que ahí estaba y le espeta unas palabras retadoras: "Oiga: me han dicho que usted se está viendo con la señora Pendanga. Yo soy el marido ofendido". El otro se levanta. Medía dos metros de estatura, pesaba 200 kilos. Entonces se apresura a decir el esposo: "Bueno, no tan ofendido"... Pacorro, joven campesino, recogió su cosecha de heno y formó con él un alto montón, llamado almiar. Se iba a casar Pacorro con la Menegilda, muchacha de servicio que vivía en la ciudad. El día del casamiento Pacorro no llegaba a la iglesia donde el desposorio se celebraría. Un mensajero le entrega a la angustiada novia un telegrama. Lo lee la Menegilda y se echa a llorar desconsoladamente. Exclama muy afligida: "¡Así que ya ni venga!". Sus papás leen el telegrama. Decía: "Llegaré tarde a la boda. Almiar se me cayó"... Don Autumnio, senescente caballero, invitó a Himenia Camafría, madura señorita soltera, a ir al cine. Le dice la señorita Himenia: "¿Me promete usted que no dará libre curso a sus manos cuando se apague la luz de la sala cinematográfica?". "¡Amiga mía! -protesta don Autumnio-. ¡Soy un caballero! Si hago eso que usted dice las personas de atrás se darían cuenta, y sufrirían mengua la honorabilidad de usted y mi buen nombre". Sugiere tímidamente la señorita Himenia: "Podemos irnos a la fila de mero atrás"... Moisés bajó del Sinaí con las tablas de la ley. Contenían cien mandamientos que Yahvé daba a su pueblo. Leyó el caudillo los cien mandatos a los israelíes, y ellos protestaron. Los preceptos eran muchos, dijeron, y algunos de ellos demasiado rigurosos. Había que negociar con el Señor. Subió otra vez Moisés al alto monte y habló con Jehová. Horas después bajó de nuevo y dijo a la muchedumbre: "Les tengo dos noticias, una buena y una mala. La buena: en vez de cien mandamientos ahora serán únicamente diez. La mala: el sexto "-No fornicarás"-, y el noveno -"No desearás la mujer de tu prójimo"- se quedan... El caso de Venezuela es claro ejemplo de los males que traen consigo el populismo, la demagogia y ese izquierdismo supuestamente justiciero, pero que a fin de cuentas sólo sirve para favorecer el interés de un ambicioso líder y de sus paniaguados. A la hora en que escribo esto (11.30 Atlantic Time; 10.30 Eastern Time, 9.30 Central Time, 8.30 Mountain Time, 7.30 Pacific Time, 6.30 Alaska Time, 5.30 Hawaii Time) no conozco todavía los resultados del referendo hecho para determinar si Hugo Chávez se queda o no en la Presidencia. Desde que en diciembre del 98 ese gran charlatán se alzó con el poder la vida política de Venezuela ha sido un caos permanente, una inquietud continua. El referendo mismo de que depende el futuro del demagogo se ve muy tendencioso. Véase si no el texto de la pregunta que deberán responder los ciudadanos: "¿Está usted de acuerdo con dejar sin efecto el mandato popular otorgado mediante elecciones democráticas legítimas al ciudadano Hugo Rafael Chávez Frías...?". Espero que los organizadores del referendo no hayan puesto con mayúsculas y letras rojas las palabras "popular", "democráticas" y "legítimas" de ese amañado texto hecho con la clara intención de favorecer a Chávez. Muestra de subdesarrollo político es eso. Pues bien: los mismos males que sufre ahora Venezuela amenazan a México. El discurso de López Obrador y su conducta se asemejan bastante a los del demagogo venezolano. ¿Sabremos los mexicanos escarmentar en cabeza ajena? Para esa pregunta tengo una respuesta: Estaca Brown... FIN.

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