"El Hombre en el Río de Hielo". Tal es el estremecedor título de un cuento que aparecerá aquí el próximo viernes, si el tiempo no lo impide y previo permiso de la Autoridad. El dicho relato es sicalíptico: su lectura haría ruborizar a un diputado. Lo enviaré hoy a doña Tebaida Tridua, Presidenta ad vitam Interina de la Pía Sociedad de Sociedades Pías a fin de solicitar su Nihil Obstat para la publicación del chascarrillo. Tal es un trámite de mera fórmula. Aun en caso de no obtener la mencionada venia o permisión daré a los tórculos el cuento: la libertad debe ser libre. Esperen mis cuatro lectores esa desaforada rambulería cuyo sólo nombre nos hace tiritar: "El Hombre en el Río de Hielo"... Conocida es la anécdota del orador de pueblo que hacía el elogio de un cierto candidato a alcalde. "Es hombre honrado -decía de él-. Muy pocas veces ha sido acusado de robar". En ese momento alguien le entregó una tarjetita: el tal candidato había sido defenestrado por el señor Gobernador. El nuevo candidato era Fulano. Impertérrito, el orador puso la tarjetita a un lado y dijo a los oyentes: "¿Ya ven ustedes qué buen candidato es éste? ¡Pos tenemos otro mejor!". Y así diciendo procedió a encomiar cumplidamente al nuevo candidato... Con la marcha en favor de López Obrador el PRD ha incurrido en una estrategia peligrosa: centrar toda su acción en una sola figura -ciertamente la más popular y valedera ahora- y hacer del Jefe de Gobierno del DF un gran caudillo único, de dimensión extraordina-ria, junto a la cual desaparecen todos los otros posibles candidatos perredistas. Circunstancias cambiantes tiene la política. Supongamos que por cualquier motivo López Obrador no pudiera ser el candidato del PRD a la Presidencia. Ya no podría decir el PRD que tiene otro candidato mejor, pues todo lo está jugando a una sola carta. Dicho de otra manera más llana y popular: los perredistas han puesto todos los huevos en una sola canasta. De ahí la defensa a ultranza de este precandidato; de ahí las acciones que están haciendo del tabasqueño un Caudillo, así con mayúscula, un adalid mesiánico, ese famoso rayo de esperanza en cuyas manos están el bienestar y la felicidad del pueblo pobre mexicano. Apuesta peligrosa es ésa. El PRD y la izquierda en general tienen gente valiosa; hay en sus filas, y en las que forman políticos independientes de valía, otros personajes sin las fallas de personalidad y sin las tachas de populismo y demagogia que concurren en López Obrador. Pensemos en personajes como el Rector De la Fuente o Cárdenas Batel. En alguien como ellos podrían encarnar -y con semejantes posibilidades de triunfo- las aspiraciones de justicia y de bien para los pobres que muchos mexicanos compartimos aun sin ser perredistas o gente con etiqueta de izquierdismo... Una vez orientada la República procedo a relatar algunos cuentecillos que aligeren su ánimo... Tetina, joven secretaria, le cuenta a una amiga: "Mi jefe, don Algón, es un desvergonzado. Me dijo que si pasaba un rato con él me regalaría este collar que traigo"... Le dice un predicador a otro: "Nuestra iglesia ha tenido grande éxito. Se basa en los 10 mandamientos". Replica el otro: "Todas las iglesias se basan en los 10 mandamientos". "Sí -acepta el primero-, pero nosotros pedimos a nuestros feligreses que cumplan únicamente cinco, a escoger"... El padre Arsilio estaba confesando a una muchacha. Le pregunta: "Dime, hija: tu novio y tú ¿tienen malas tentaciones?". "Sí, padre -confiesa la muchacha-. Pero nomás hacemos el amor y se nos pasan"... FIN.