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De Política y Cosas Peores

Armando Camorra

"Bigilo -dice la furiosa señora a su marido- me dicen que tienes amores con una mujer de Puebla, que le tienes puesta casa, que has tenido cuatro hijos con ella, que le compraste carro, que la vistes con ropa de lujo y pieles, que te paseas con ella en todas partes, que la llevas de viaje y que la presentas como tu esposa". "¡Carajo! -dice el marido con un gran disgusto-. ¡Cómo inventa la gente! ¿Pos de dónde sacaron que es de Puebla?"... Llega una dama algo madura a las puertas del penal y dice al oficial de guardia: "Vengo a la visita conyugal". "¿Con quién? -pregunta el hombre sacando su libre de registros-. "¡Con el que sea! -responde ansiosamente la madura dama... Don Artemio de Valle Arizpe, quien fuera Cronista ilustre de la Muy Noble y Leal Ciudad de México, nos dio a saber la historia de aquella señora virreina que llegó a la Nueva España y en fiestas y saraos lucía collares de perlas muy hermosos. Dijo a las damas criollas que las perlas estaban de moda en las más altas cortes europeas: ya nadie allá usaba collares con piedras preciosas, ni otro adorno que no fueran las perlas. ¡Ay! Las señoras de la nobleza local se sintieron tontas por tener todavía rubíes y esmeraldas, zafiros y topacios, o brillantes. Afortunadamente llegó por esos días a la capital del reino un tratante que -venturosa coincidencia- traía un buen surtido de perlas venidas de Catay. Por esas perlas cambiaron las ricas damas sus preciosas piedras, y ya todas anduvieron a la moda, muy contentas con aquellas perlas que las igualaban a la nobleza extranjera. Un buen día se enteraron, consternadas, de que la señora virreina se había embarcado súbitamente de regreso a España. Con ella -extraña circunstancia- iba el señor tratante de las perlas. Llevaban ambos un buen número de repletos cofrecillos y una sonrisilla burlona entre los labios. La sabrosa relación de don Artemio nos enseña que las cosas de corrupción no son, entre nosotros, nuevas. Pero antes al menos se hacían con ingenio. Hoy la corrupción es práctica burda y generalizada en muchas dependencias burocráticas. Se atribuye a cierto Presidente en los sesentas haber dicho esta frase: "Cada mexicano tiene la mano metida en el bolsillo de otro mexicano, y ay de aquél que rompa esa cadena". Una legislación más severa contra quienes incurran en corrupción -ya sea de allá para acá o de aquí para allá- y la recta aplicación de esas leyes serán factor de importancia en la lucha contra ese mal que, pese a los cambios habidos, sigue agobiando a México... Se encuentran dos amigos. "Supe que te divorciaste de tu mujer -dice uno al otro-. ¿Por qué? ¿Qué sucedió?" Responde el otro: "¿Te gustaría a ti vivir con una persona inconsciente, desobligada, gastadora, y para colmo infiel?". "Claro que no" -dice el amigo. "Pues a mi señora tampoco le gustó ya" -dice con gran tristeza el otro... ¿Por qué Flacidicia se dio un balazo cerca de la rodilla? Porque se iba a suicidar, preguntó dónde estaba el corazón y alguien le dijo que a la altura del seno izquierdo... Dice con gran ternura el maridito a su mujercita: "Estoy feliz viéndote embarazada, Susiflor, pero sufro mucho viendo tus mareos, tus náuseas, todas las incomodidades de tu estado". "No te apures -responde ella-. Tú no tienes la culpa"... FIN.

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