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De Política y Cosas Peores

Armando Camorra

Decía un señor de edad madura “He tomado tanto Viagra que los ojos ya se me están poniendo azules”... Babalucas hacía una encuesta. Le pregunta a un individuo: “Diga usted qué periódicos lee”. Contesta el hombre: “No sé leer”. “En ese caso –prosigue Babalucas-, diga usted qué periódicos no lee”... Aquel granjero era dueño de un poderoso toro semental que los granjeros vecinos alquilaban para el cubrimiento de sus vacas. Algún influjo debe haber tenido en la familia ese tremendo animal, pues el hijo del granjero hizo obra de varón en una muchacha comarcana, y a resultas de ese único encuentro la chica quedó en estado de buena esperanza, es decir embarazada. Su padre fue a reclamarle al del muchacho. Abrió la puerta su hija, una niña corta en años. “¡Está tu padre?” –pregunta el indignado señor. “No está –le informa la chiquilla-. Pero si viene por el toro, el alquiler es de mil pesos”. “¡Qué toro ni qué ojo de hacha! –rebufó el visitante, que usaba expresiones de pasados tiempos-. ¡Vengo porque tu hermano embarazó a mi hija!”. “Tendrá que regresar cuando esté mi papá –dice la niña-. No sé cuánto cobre por mi hermano”... La criadita de la casa tenía poco tiempo de haber contraído matrimonio. Le pregunta a su patrona: “Perdone la indiscreción, señito, pero me gustaría saber una cosa: ¿qué siente usted cuando hace el amor con su marido?”. Responde la mujer: “Para serte sincera, Mary Thorn, no siento absolutamente nada. ¿Cuál es tu experiencia?”. “Yo tampoco siento nada” –responde ella. Dice entonces la señora: “La verdad es que hay maridos muy ineptos. Lamento que a ti también te haya tocado uno de ésos”. “No, señito –se apresura a aclarar Mary Thorn-. Yo tampoco siento nada con su marido. Con el mío siento bastante, y muy sabroso”... Pepito le pide a su mamá: “Cómprame una sandía para regalársela a mi profesora”. “¿Una sandía?” –sonríe la señora-. Hijito, lo que se les regala a las maestras es una manzana”. “Yo lo sé –replica el precoz chiquillo-. Pero si regalándole una manzana la profesora me da un beso ¿te imaginas lo que me dará si le regalo una sandía?”... Llegó un individuo con el médico. El hombre iba con su esposa, mujer más fea que un coche por abajo. “Doctor –le dice el sujeto al facultativo-. Mi señora y yo no queremos tener familia. ¿Qué método anticonceptivo nos recomienda?”. Contesta el doctor: “Ninguno. Lo único que tiene que hacer usted es encender la luz”... Doña Frigidia, ya se sabe, es la mujer más fría del hemisferio occidental. Una vez oyó una cumbia en el radio, y eso bastó para helar toda la cosecha de café en Colombia. Cierta noche su esposo, don Frustracio, le pidió el cumplimiento del débito conyugal. “¿Otra vez?” –exclamó ella con hastío. “Pero mujer –adujo el lacerado-. La última vez que lo hicimos fue cuando la pelea de Primo Carnera con Jack Dempsey”. “¿Y ya quieres otra vez? –clamó la esposa-. ¡Eres un maniático sexual!”. Insistió don Frustracio, y por fin la gélida señora aceptó la celebración del rito connubial, pero a condición de que él la llevara en vacaciones a un crucero por el extremo sur del continente, pues quería conocer las islas Falkland. Termina el trance amatorio, y dice doña Frigidia: “Cada vez hay más grietas en la pintura del techo. En esta ocasión conté 957”... Hubo una fiesta en las oficinas de la compañía aérea. A la mitad del festejo le dice una azafata a otra: “Creo que me iré a mi casa. Ya se me apagó el piloto”... FIN.

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