Pippo Lanarts, crítico de arte, envió a esta columna el siguiente bello texto: "¿Que Brigitte Bardot cumplió 70 años? Eso díganselo a quien no sepa la verdad. La verdad es que los seres como Brigitte son intemporales; están hechos con la inasible materia de las hadas, los ángeles, los elfos, las náyades y dríadas, los duendes, las nereidas, las ondinas y todos los misteriosos entes que tienen la realidad de la ficción. Así Brigitte, perfecta Galatea inventada por ese desmañado Pigmalión, Roger Vadim. La vemos como fue, es y será: niña-mujer, inocente y sensual, maligna y pura, perversa y amorosa, capaz de atar a todos los hombres del mundo con una mirada de sus ojos de sierpe y desatarlos con un mohín de sus carnosos labios. ¿70 años Brigitte Bardot? Si eso es cierto entonces el mundo ya se va a acabar, y los relojes y calendarios se acercan al abismo. Los sueños no cumplen 70 años, ni cien ni mil: se sueñan a sí mismos hasta la eternidad...". Más allá del arrebato lírico de nuestro colaborador diré que mis coetáneos y yo recordamos a BB como la vimos -Cine Teresa de las calles de San Juan de Letrán, Ciudad de México- en aquella gloriosa anunciación que fue "Y Dios creó a la mujer". Nos acompaña siempre esa visión demoníaca y angélica, y ni siquiera reconocemos como ser viviente a la contradicto-ria setentona que llora por los gatos abandonados de París y maldice a los sucios tunecinos que mueren de hambre y sida en las espléndidas calles de la gran ciudad; que protesta por las corridas de toros y pide la pena de muerte contra los ladrones. Eso sí ha de ser cosa de los años... El labioso galán le dice a la doncella ingenua: "Mis intenciones son sanas y sinceras, hermosa señorita. Mire: se lo digo con la mano puesta en el corazón". "Está bien -responde tímidamente ella-. Pero ¿no debería ser con la mano puesta en su corazón?"... La feroz señora le grita a su acoquinado esposo en el consultorio del siquiatra: "¡Responde, gusano! ¡El doctor te está preguntando a qué atribuyes tu complejo de inferioridad!"... Rosibel, secretaria de don Algón, le cuenta a una amiga: "Tiemblo cuando estoy con mi jefe en su oficina y cierra la puerta con picaporte. A veces creo que me va a dictar una carta"... Don Geroncio, señor de edad madura, se compró un traje. Le dice muy contento a su mujer: "¡Este traje me quita 20 años de encima!". Sugiere secamente la señora: "Póntelo de piyama"... Después de varios meses en la Tierra Prometida, Aarón le dice a su hermano, el gran Moisés: "Está muy bien esto de la tierra de leche y miel, pero ¿no sería posible cambiarle a pizza y cheves por lo menos una vez a la semana?"... El inspector fiscal hacía una auditoría en el club nudista. Le pregunta al encargado: "¿Cuántos miembros activos hay en el club?". Responde el individuo: "Jamás investigamos el desempeño sexual de nuestros socios"... Doña Tirilita, anciana de 90 años, tenía una amiguita. Un día ésta le habla por teléfono. "¿Cómo está tu marido?" -le pregunta. "Murió hace un mes" -responde Tirilita. "Lo siento mucho -se conduele la amiga-. ¿Qué le sucedió?". Relata Tirilita: "Tenía un huerto de hortalizas en el jardín. Una mañana le pedí que me trajera dos tomates, pues me iba a hacer una salsa para el huevito que me como en la mañana. Cuando se agachó a cortar los tomates le dio un ataque cardíaco, y ahí mismo cayó muerto". "¡Qué barbaridad! -se consterna la amiga-. Y tú ¿qué hiciste?". Contesta Tirilita: "Usé puré"... En la noche de bodas la recién casada gozó cumplidamente de la anhelada dicha connubial. Un rato después, tras nuevas caricias incitantes, el novio se puso en aptitud de repetir la dicha dicha. "¡Fantástico! -exclama la muchacha con jubiloso asombro-. ¡Es reciclable!"... FIN.
