Ella dijo: "Hoy no, Avidio. Me duele la cabeza". Él aseguró: "En la cabeza no te voy a hacer nada"... Una vecina le pregunta a doña Jodoncia: "¿Cómo está su esposo?". Contesta ella: "Regular". La vecina se inquieta. "Está enfermo?". "No -aclara doña Jodoncia-. Lo que quiero decir es que hay otros mejores"... Afrodisio, galán concupiscente, convenció a Dulcilí, doncella candorosa, de entregarle su más secreto e íntimo tesoro. A resulta de esa donación ella quedó en estado de preñez. Y entonces vino el olvido, hermano de la muerte: Afrodisio dijo no recordar el juramento que había hecho, de dar mano de esposo a Dulcilí. Llorosa y gemebunda ella le recordaba al aleve amante sus promesas. Él negaba. Nihil amori iniurium est. Los juramentos de amor no valen nada. Entonces Dulcilí, desesperada, recurrió a un último expediente. "¡Afrodisio! -clamó con acento dramático, como el de Duse en "Athalie"-. ¡Si no me cumples tu palabra de matrimonio me arrojaré a un precipicio!". Él le estrecha la mano calurosamente entre las suyas y le dice con tono de profunda gratitud: "¡Ya sabía yo que podía contar contigo!"... Los papás de Pepito se habían encerrado en la recámara. El chiquillo se asoma por la cerradura de la puerta y luego le informa a su hermanito más pequeño: "No sé exactamente qué es eso que están haciendo, pero parece que se están divirtiendo bastante"... ¡Aplaudid, manos ociosas! ¿A quién? ¡A Andrés Manuel López Obrador! ¿Por qué? Por la nueva actitud de concordia que ha asumido en relación con Fox. En efecto, el Jefe de Gobierno del Distrito Federal manifestó que dejará de lado su cantinela sobre el complot, y añadió que ya no quiere polemizar con el Presidente sobre el tema de su posible desafuero. "... Yo creo -dijo- que tiene que haber de una de las partes una tregua en cuanto a declaraciones que confronten. Vamos a seguir actuando de manera respetuosa con el ciudadano Presidente...". Muy acertadas son esas palabras, y corresponden a la imagen que todos quisiéramos tener del mandatario del DF: la de un político maduro que no esgrime amenazas de violencia, sino emplea el lenguaje de la razón, y un discurso conciliatorio, para manejar sus diferencias y conflictos. Esa postura, lejos de debilitar al gobernante capitalino, lo favorece a los ojos de muchos mexicanos a quienes preocupan los dichos y las acciones de un López Obrador pugnaz, desdeñoso de la ley y de la autoridad. Vaya, pues, un aplauso para él, y dado con las dos manos, como prueba de reconocimiento mayor: ¡Clap clap clap clap clap clap clap clap clap!... El señor de la casa le da una lista a la cocinera. "Mi suegra viene a pasar aquí unos días -le dice-. En esa lista anoté sus platillos favoritos. Si hace usted cualquiera de ellos la despediré"... Llovía copiosamente. Doña Lubricia le ordena a su pachucho marido: "Saca la entrepierna por la ventana para que se te moje, Feblilio. He oído decir que con la lluvia todo cobra vida"... La señora estaba lavando los platos en la cocina, cuya puerta daba al jardín y estaba abierta. El marido, que llegó de un viaje, entró de puntillas y puso sus manos en los dos hemisferios glúteos de su esposa. Ella exclama, exultante: "¡Papacito!". Entonces él le da un fuerte mamporro en la cabeza. La señora se vuelve, sorprendida, y luego reclama con enojo: "¿Qué es esto, Recelio? ¡Primero me agarras las pompas y luego me golpeas! ¿Por qué?". Gruñe con reconcomio el hombre: "Porque ni siquiera volteaste a ver quién era".FIN.