Andrés Manuel López Obrador es un tomista. ¿Profesa acaso las doctrinas de Tomás de Aquino? Responderé luego a esa cuestión. Antes daré salida a algunos chascarrillos a fin de atemperar el desasosiego que hoy por hoy priva en la República... El encuestador le pregunta a la joven señora: "¿Cuáles son, en promedio, los ingresos de su marido?". Responde ella: "Todos los días, más o menos a las 11 de la noche"... La esposa de Ovonio Grandbolier, el holgazán del pueblo, le dice con enojo: "Quién sabe qué haríamos de no ser por tus hermanos que viven en Estados Unidos. Uno de ellos nos manda el dinero con que compramos la comida y la ropa; otro te da para el alquiler de la casa, y con lo que nos envía el tercero pagamos los recibos. Tú no aportas nada. Deberías sentirte avergonzado". Replica el haragán: "La que deberías sentirte avergonzada eres tú. También tú tienes tres hermanos en el otro lado, y ninguno de ellos nos manda ni un centavo"... Se casaron Libidio y Mesalinia. Ambos tenían pasado tormentoso. En la noche de bodas, al consumar su unión, a los dos se les salió la frase que más solían decir cuando hacían el amor. Él profirió, arrebatado: "¡Qué buena estás, mamacita! ¡Me gustaría hacerlo contigo otra vez!". Y ella dijo: "Recuerda que todavía no me has pagado"... Pirulina buscó al buen padre Arsilio en la casa parroquial. "Me hace falta un consejo -le dijo-. Nunca puedo resistir la tentación de estar con un hombre, y luego me asalta el remordimiento de conciencia". "Hija -le dice el sacerdote-. Hay muchas maneras de vencer la tentación". "No, padre -aclara ella-. Lo que quiero vencer es el remordimiento de conciencia... Santo Tomás de Aquino, el Doctor Angélico, es una de las luminarias del pensamiento filosófico universal. Tenía estatura procerosa; era gordo y moreno (magnus, grossus, prunus (?). Eso, sus ojillos semicerrados y su carácter taciturno le ganaron el mote de "El buey mudo". Cierto día un mal maestro le dijo por burlarse de él que sobre el patio de la escuela andaba un buey volando. Sin vacilar Tomás fue al patio a ver aquel fenómeno. El maestro y los estudiantes rieron de su credulidad. "¿Cómo pudiste creer, Tomás -le dijo el profesor-, eso de un buey volante?". "Señor -respondió él-, me pareció más fácil creer que un buey pueda volar y no que un maestro pueda engañar a aquel a quien enseña". El aquinatense construyó una recia fábrica filosófica y teológica, y puso en acuerdo las doctrinas del llamado paganismo con la visión cristiana de la vida. Pues bien: Andrés López Obrador es tomista. Pero no porque siga el pensamiento de Tomás de Aquino, sino porque su filosofía política se ha basado siempre en tomas: de plazas y calles, de pozos petroleros, de recintos y tribunas camarales... Lo suyo es tomar las cosas a como dé lugar; pasar por encima de las instituciones y la ley con tal de salir con su designio. Su actitud es ejemplo que siguen sus adictos, olvidados de todo sentido de la ética y atenidos sólo al burdo pragmatismo de la fuerza. Por eso la semana que comienza será clave en la vida cívica y política de la Nación. Si los perredistas desechan el diálogo y la cordura, si rechazan los instrumentos que les da la ley para oponerse a los dictados que consideran injustos o lesivos, si recurren a la violencia o la anarquía como medios de defensa, entonces nos acercaremos en modo peligroso a la ingobernabilidad, y caeremos en una grave crisis política cuyas consecuencias no se pueden ahora calcular. Ponga cada quien su parte para evitar ese daño a la República. Por ahora yo no puedo hacer otra cosa más que decir: "Gulp"... FIN.