Decía un ruin sujeto: "Vivo a tiro de piedra de la casa de mi suegra. Lo sé porque cada día le aviento diez"... Doña Facilisa buscó de urgencia al padre Arsilio. "Estoy en un difícil trance -le cuenta con apuro-. Mi compadre Pitoncio me pidió una cita de amor, y cometí el error de dársela para dentro de media hora. ¿Qué hago, señor cura?". Le aconseja el sacerdote: "Reza 50 credos, hija. Así ahuyentarás la tentación". "Rezaré 25 -ofrece Facilisa-. Si rezo los 50 llegaré tarde a la cita"... En el Polo Sur un pingüino le dice a otro al tiempo que encendía una pequeña hoguera: "Me importa madre el qué dirán. Yo tengo un frío de la tiznada"... En el campo nudista la guapa muchacha le dice al nuevo socio: "Caramba, señor Erector: a simple vista puedo decir que está teniendo usted malos pensamientos"... Las secciones de chismes de los diarios empezaron a ligar sentimentalmente a Titsan Dass, curvilínea estrella de cine, con el galán de moda, Sniffy Duby. Ella se enoja. "¡Caramba! -exclama muy mortificada-. ¡No puede una acostarse con un hombre sin que la gente piense que tienes una relación con él!"... La historia que ahora sigue contiene una reflexión sobre la democracia, y puede servir en la hora actual de México. Iban cuatro hombres por un camino y lo encontraron interrumpido por una enorme roca. A un lado se levantaba el barranco; del otro lado se abría un abismo. Había dos opciones: empujar la roca hasta hacerla caer al precipicio o retroceder y buscar otro camino. Deliberaron los cuatro, y acordaron hacer una votación para determinar cuál de las dos opciones seguirían. Tres de los caminantes votaron en favor de empujar la roca; uno votó por buscar otro camino. Sucedió, sin embargo, que para quitar la piedra se necesitaba la fuerza de los cuatro: tres no la podían mover. Y el cuarto hombre -el que había perdido la votación- se negó a empujar. Los otros tres, entonces, tuvieron que retroceder junto con él. La minoría se impuso sobre la mayoría... Yo digo que no se debe permitir que algo así suceda en el conflicto surgido entre el PRD y otros partidos a propósito de la reducción de aportaciones al Gobierno del Distrito Federal. Los perredistas han aceptado el pacto democrático, según el cual las decisiones camarales se toman por mayoría de votos. La forma en que se llegue a esa mayoría obedece a factores reales de política que también los perredistas reconocen y que han ejercitado en otras ocasiones. Una vez fijado en forma libre y democrática el criterio del grupo, las minorías lo deben respetar. En eso consiste la esencia de la vida democrática. Oponer a un acuerdo la sinrazón de la fuerza, o estorbar la manifestación de la voluntad mayoritaria de modo que su cumplimiento se retrase o frustre, equivale a atentar contra la democracia y a sentar bases para que una camarilla -y hasta un solo individuo- haga imperar su arbitrio por encima de la mayoría. Nadie puede secuestrar así la vida nacional... Don Algón, salaz ejecutivo, invitó a cenar a una linda chica. Ella aceptó el convite, aunque las intenciones eróticas del añoso galán eran evidentes. Ya en el restorán la muchacha pidió los platillos más caros de la carta, y los roció con vinos costosísimos. Don Algón nada decía, pues pensaba que la muchacha correspondería al suculento banquete con la cesión de sus encantos. Se amohinó, sin embargo, cuando al final del condumio la muchacha se zampó tres postres, y luego se bebió cinco o seis copas del más fino coñac Preguntó don Algón, amoscado: "Dime, linda: ¿así cenas todas las noches?". "No -respondió ella-. Nada más se me abre el apetito cuando estoy en mis días"... FIN.
