En cada congreso eucarístico sale siempre un prietito en el arroz. El Espíritu Santo llega a todos los participantes, pero no todos hacen caso de su inspiración. En su sabroso libro "Las habas contadas" el español Luis Carandell evoca la España franquista de los años cincuentas, y escribe: "... La discreta reserva en que se mantenía todo lo relacionado con la prostitución tenía sus altibajos. Yo recuerdo, por ejemplo, que, con motivo del Congreso Eucarístico de Barcelona (1952) las autoridades ‘pidieron amablemente’ a las prostitutas que se trasladaran a otras ciudades para que no deslucieran el acontecimiento dando ocasión de pecado. Lo contrario de lo que hacían cuando Franco visitaba una ciudad de provincias, porque entonces autorizaban la apertura de burdeles, aun después de haber sido prohibidos por la ley, al objeto de atraer a la ciudad a los campesinos de la comarca...". En el caso del Congreso Eucarístico Internacional que se efectúa en Guadalajara la nota vergonzosa la dio el cardenal Javier Lozano Barragán, Ministro de Salud del Vaticano. Hizo declaraciones homofóbicas que no transcribo porque su tono es tan violento e injurioso que repetirlas me daría vergüenza. Católico que soy, me apena oír a un jerarca de mi Iglesia hablar así, en modo tan poco cristiano, tan torpe e indigno de su investidura. Bastante mío tengo para pedir perdón, si no lo pediría por este agravio que Su Eminencia hizo a las personas homosexuales y a los principios mismos del credo que dice profesar, fincado en el amor. Debería pedir el cardenal una disculpa a aquellos a quienes ofendió tan sin razón, y tan injustamente. Quisiera equivocarme, pero será difícil que el purpurado pida esa disculpa: casi siempre a la intolerancia acompaña la soberbia... He continuado los trámites tendientes a la publicación del cuento "El consuelo en la desdicha" o "Bálsamo del afligido". Posiblemente la próxima semana vea la luz aquí ese vitando chascarrillo... Le dice el juez al reo: "Leo en su expediente que es usted un contumaz violador". Replica el individuo: "Sólo por equivocación, su señoría. Todo empezó la noche en que asalté a una mujer muy guapa, y por error en vez de decirle: ‘¡Arriba las manos¡’ le dije: ‘¡Arriba las piernas!’"... Pregunta el visitante: "¿Es aquí la casa de la familia Porras?". La niñita que le abrió la puerta brinca, se echa tres marometas hacia atrás y antes de caer en un perfecto split responde con entusiasmo: "¡A la bio, sí; a la bao, sí; a la bim bom bam, sí, sí!"... Iba el pescador caminando por el muelle. Llevaba en los brazos a una sirena de opulento busto. Dice a los demás pescadores que lo perseguían: "Lo siento, es mi secreto. No puedo decirles qué carnada uso"... Hamponito, el hijo del narco de la esquina, llega muy orgulloso a la casa y dice a su papá: "Me hicieron muchas preguntas, pero no lograron arrancarme ni una palabra". El narco se inquieta. Le pregunta al niño: "¿Quién te hizo esas preguntas?". Responde con fiereza el muchachillo: "La maestra. Quería saber quién descubrió América, cuántos venían con él, qué nombres tenían las tres carabelas..."... Pimp y Nela, lenón él y ella suripanta, pidieron permiso a la municipalidad para poner un puesto de antojitos. En vez de eso pusieron un prostíbulo, burdel, congal, zumbido, lupanar, casa de lenocinio o mancebía. El inspector del municipio buscó a Pimp y le dijo: "Usted manifestó que iba a poner un puesto de antojitos, y en su lugar puso una casa de prostitutas". Pregunta con cinismo Pimp: "¿Y a poco no se te antojan?"... FIN.
