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De Política y Cosas Peores

Armando Camorra

Le dice el doctor a Babalucas: "El sida es un peligro cada vez más grande. ¿Practica usted el sexo seguro?". "Desde luego -responde muy ufano el tonto roque-. A todas les doy un nombre falso"... Aquellos novios, muy modernos, estaban en la sala de la casa entregados a sus eróticos deliquios. Asoma el padre de familia y les pregunta con molestia: "¿Ya vieron qué hora es?". "Sí" -responde la muchacha. Y así diciendo se levanta del sillón, se despide de su novio y se va a su casa... Alfeñico fue a un baile con su prima. Llegó un rudo sujeto a invitar a la chica. Iba sucio, apestaba, y su aliento trascendía a licor barato. Se dirige con ronco acento a la muchacha: "¿Bailamos, mamacita?". Ella se vuelve hacia su primo en petición de ayuda. Le dice el tilico al fortachón: "La señorita está cansada". El hombre toma por las solapas a Alfeñico y se dispone a darle un puñetazo. El pobrete se apresura a añadir: "Pero si realmente quiere usted bailar con ella yo se la voy cargando"... Bustilia y su galán estaban en los prolegómenos del acto amoroso. Le dice ella muy preocupada: "Ay, Fumarolo, cuando haces eso siento miedo de que me vaya a dar cáncer de pecho. ¡Fumas tanto!". (No le entendí)... El cuento que sigue es de mal gusto. Las personas que no gusten de leer cuentos de mal gusto deben omitir su lectura y saltarse hasta la frase: "¡Carajo, qué izquierdistas tan de derecha tenemos!...", etcétera... El médico le dice a la enfermera: "¿De quién es esta boquita?... ¿De quién son estos ojitos?... ¿De quién son estas manitas?... ¿De quién son estas piernitas?". La enfermera callaba. Y dice entonces el doctor: "Señorita Forensia, debe usted poner más orden en la morgue"... ¡Carajo, qué izquierdistas tan de derecha tenemos, qué socialistas tan capitalistas! Ya hubiese querido alguno de aquellos burgueses que dibujaba Abel Quezada, con frac, sombrero de copa y en la nariz un anillo de brillantes, tener uno de los varios automóviles que compró el matrimonio Ponce González, formado por don Gustavo, ex secretario de Finanzas de López Obrador, y la señora de Ponce, doña Esperanza: un Porsche 2004, importado de Estados Unidos, que vale 2 millones de pesos; un Volvo, también de importación; otro Porsche con valor de 900 mil... Todo eso y más compraba la feliz pareja, y además el señor se iba a Las Vegas una semana y también la otra, y jugaba millones en la sección VIP de los casinos. Tenía ese matrimonio socialista cuentas millonarias en bancos; doña Esperanza declaraba como ama de casa, pero se le encontraron depósitos bancarios igualmente de millones. ¿Y López Obrador, jefe y cercano amigo de Ponce, a quien confió el manejo de las finanzas del Distrito Federal? Sólo hay de dos sopas: o don Andrés Manuel sabía de la conducta de su importante funcionario y gran amigo, o no sabía. Si sabía de sus excesos y desórdenes y lo dejó hacer, entonces le toca culpa en esa corrupción. Si no lo sabía, entonces incurrió en culpable descuido y negligencia. Sea cual fuere el caso está claro que López Obrador tiene responsabilidad moral tanto en relación con Ponce como con Bejarano. En lo que atañe a este otro señor, escandaliza que aun después de conocidas las indiscutibles muestras de su corrupción siga actuando como una especie de operador político del jefe de Gobierno del Distrito Federal, y urdiendo burdas tramas junto con su esposa para favorecerlo y librarlo de las consecuencias jurídicas de sus acciones. Mal nos iría con un gobierno formado por hombres y mujeres así, carentes de todo sentido ético y dedicados a ejercer la peor clase de política con tal de mantener su influencia y conseguir medro personal... FIN.

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