Pobre unicornio. La unicornia lo hace medio pendejo... Aquel tipo se casó con mujer fea y rica. Lo acusaban sus amigos de haber dado braguetazo, y decían que se casó por el interés. Erraban: se casó por el capital. Nadie lo condene; siempre es mejor trabajar un rato de noche que no ocho horas de día. ¿Acaso era tan malo mezclar el placer de ella con el negocio de él? Todo se puede hacer si no analizas. Su suegro le dijo que le iba a dar la mitad de las acciones de su empresa. "No sé nada de administración" -opone el mantenido. "¿Qué quieres hacer, entonces, Zipperino?" -le pregunta el papá de la muchacha. Lo piensa un poco el ganapán y sugiere: "¿Por qué no me compra usted mi parte?"... El joven Ultimiano casó con Rosibel. La noche de las bodas le pregunta con gravedad solemne: "¿Es la primera vez que haces esto, Rosibel?". "¡Ay, Ultimiano! -contesta la muchacha-. ¡Ni siquiera sé todavía cómo lo vamos a hacer, y ya me estás preguntando si es la primera vez que lo hago!"... Don Wormilio no pudo menos que seguir con la mirada a Koo Lina, joven muchacha de cintura juncal, enhiesta grupa y elevada proa. Doña Gorgolota advierte el rumbo que tomaban los ojos de su esposo y le pregunta con irritación: "¿Qué tiene ella que no tenga yo?". "Tiene lo mismo -responde con mansedumbre don Wormilio-, pero tú lo has tenido 40 años más"... El jefe de ventas llegó a su oficina y encontró a su secretaria toda despeinada y con las ropas en desorden. "¿Por qué estás así? -le pregunta-. ¿Qué te sucedió?". Relata la muchacha: "Entró un individuo, se lanzó sobre mí y me arrebató la impoluta gala de mi doncellez, la cual yo reservaba para el hombre que me llevara al templo con el albo vestido de las novias, santificando así nuestro casto amor ante el altar de Dios". (La muchacha acababa de leer el libro "Pureza y hermosura", de Monseñor Tihamer Toth). Sigue relatando la muchacha: "Una vez que sació en mí sus bajos instintos, el hombre se fue". "¡Cómo es posible! -exclama consternado el jefe de ventas-. ¿Sin hacer ningún pedido?"... Hefestio, herrero del tiempo de las Cruzadas, puso un letrero en la puerta de su taller de forja: CINTURONES DE CASTIDAD. ¡GRAN OFERTA DE TEMPORADA! ¡CINCO ESCUDOS!". Y abajo, en letras pequeñitas: "Llaves para cinturones de castidad: 100 escudos"... Le dice un farmacéutico a otro: "Acabo de inventar una nueva píldora anticonceptiva. Es sólo un placebo: la píldora es pura azúcar". "Si es pura azúcar -pregunta el otro-, entonces ¿cómo va a funcionar?". Explica aquél: "Cada píldora pesa 2 kilos y mide 90 centímetros de diámetro. Cuando la mujer se la acaba de tomar al hombre ya se le pasaron las ganas"... En el discreto rincón de un restaurante estaba una pareja. Ella y él se hacían mimos y caricias, y se besaban con asiduidad. Una señora que estaba con su esposo los mira con mezcla de admiración y envidia, y dice a su marido: "He ahí un hombre y una mujer felizmente casados". "-En efecto -dice el señor-. Los conozco. Ella está casada con otro y él con otra"... Acompañado de una niñita de 6 años el charlatán vendía un tónico rejuvenecedor. "Y ¿sirve?" -le pregunta un señor. "-Claro que sirve, caballero" -responde el individuo. Se vuelve hacia la niña y le dice: "-¿Verdad que sirve, abuelita?"... En el autobús le dice el pasajero a la mujer que se sentó a su lado: "Perdone la pregunta, señora: ¿con qué parte del cuerpo lee usted?". "Con los ojos, naturalmente -responde ella amoscada-. ¿Por qué me pregunta eso?". Responde el individuo: "Porque hace media hora que va usted sentada sobre mi periódico, y pensé que lo iría leyendo"... FIN.