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De Política y Cosas Peores

Armando Camorra

En el lobby bar del hotel un tipo le apostó una copa a una muchacha de generoso busto a que podía tocarle sus opulentos encantos sin siquiera rozarle la ropa. La muchacha llevaba una blusa que le cubría hasta el cuello, de modo que aceptó la apuesta. Entonces el individuo puso sus dos manos sobre el hermoso tetamen de la chica y lo acarició cumplidamente. "Pero me tocaste la ropa" -dice la muchacha. "Tienes razón -acepta el tipo con una gran sonrisa-. Cantinero, sírvale una copa a la señorita"... A propósito de apuestas yo digo que es un mito eso de que el establecimiento de casinos de juego traerá turismo a México. Traerá maleantes, sí, y los que aquí tenemos hallarán nuevo campo de actividad para su corrupción. ¿Que esos casinos harán que vengan más turistas? Lo dudo: los europeos y asiáticos no vienen a nuestro país a jugar poker o ruleta: vienen a ver las maravillas de nuestra arqueología, a disfrutar la belleza y el sol de nuestras playas. Por su parte los norteamericanos tienen sus propios casinos, y competir con Las Vegas, por ejemplo, Estaca Brown, si me permiten esa expresión inglesa. Además nuestros vecinos, que casi aniquilaron a los pieles rojas, tuvieron el buen cuidado de dejar los suficientes para hacer reservaciones donde no se pudiera aplicar la ley común, a fin de establecer ahí otros casinos aparte de los permitidos, aunque los "native americans" dueños de esas reservaciones se degraden en el ocio, las drogas y el alcohol que pagan con el dinero recibido de los tahúres y mafiosos por el alquiler de sus tierras y la autorización para que en ellas puedan poner casinos. Permitir aquí esos centros de juego -es decir de vicio- sería propiciar una serie de males y delitos de todo jaez. Muchos de esos casinos se harían con inversión extranjera, oculta o aparente, pero el dinero que generarían sería principalmente de mexicanos, y ese dinero saldría del país. En todo esto que digo no intervienen criterios moralistas: cada quien puede hacer con su dinero lo que quiera, incluso perderlo en forma estúpida. Lo que está en juego es el interés comunitario, que recibiría escaso beneficio a cambio de todos los daños que se le causarían. Seguramente ya se están haciendo manipuleos bajo el agua para lograr la autorización de los casinos. Ojalá esa corrupción que digo no empiece aplicándose a la tarea de conseguir disposiciones favorables a su establecimiento... En Nueva York un hombre tropezó en una alcantarilla abierta y se quebró una pierna. El hombre buscó un abogado, éste demandó a la ciudad por un millón de dólares y ganó el caso. En su oficina el abogado le entregó a su cliente un billete de un dólar. "¿Qué es esto?" -pregunta el individuo. Contesta el abogado: "Es su indemnización después de deducir mis gastos y honorarios". El sujeto revisa el billete y dice al abogado: "Es falso ¿no?"... El cuento que sigue se llama "The Rime of the Ancient Mariner". Aquel viejo lobo de mar, piloto de naves veleras, había pasado 70 años de su vida en el océano. Un escritor se propuso recoger el relato de su azarosa vida, y para eso le hizo una serie de entrevistas. En una de ellas le preguntó: "Dígame usted, capitán Tarbutt: ¿cuál fue la peor tormenta que afrontó?". "Recuerdo la más terrible y espantosa -empieza a narrar el viejo marinero-. Regresé un día a puerto después de más de un año sin tocar tierra, y por lo tanto sin tocar mujer. Lo primero que hice fue correr a mi casa y hacerle el amor a mi esposa. Había ella puesto cortinas nuevas en la alcoba. Al terminar me levanté y me sequé con ellas el sudor. ¡Hubiera usted visto la tempestad que me armó!"... FIN.

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