La noche de brujas, o aquelarre, con su cortejo de aparecidos, fantasmas, duendes y personajes ominosos, forma parte del folclor de muchos pueblos. He aquí una sucesión de cuentecillos relacionados con la fecha. No se recomienda la lectura del último, por su ambigüedad... Dormía una señora cuyo esposo había pasado recientemente a mejor vida. Despertó la mujer al sentir una presencia extraña en la habitación. Abrió los ojos, y lo que vio la heló de espanto: en medio del cuarto, rodeado de una luz espectral, estaba el fantasma del difunto. "Vengo del otro mundo a visitarte" -dice el aparecido. Pregunta la señora con temblorosa voz: "Y ¿cómo te encuentras en el más allá?". "Soy feliz -dice el fantasma del esposo-. Mucho más feliz de lo que fui contigo aquí en la tierra". "Me alegra saber eso -intenta congraciarse la señora-. Dime: ¿cómo es el Cielo?". "¡Y quién ch... te dijo que estoy en el Cielo!" -ruge el aparecido... Drácula se había corrido una parranda con la Momia, el Hombre Lobo y Frankenstein. Al volver a su casa, cerca ya de la madrugada, sintió los primeros amagos de la cruda. Se metió en su ataúd, pues los primeros rayos del sol asomaban ya en el horizonte, pero antes le pidió a su criado, el corcovado Igor, que le trajera una cerveza bien helada. Fue Igor a cumplir el encargo. Al regresar golpea la tapa del ataúd y dice: "Aquí está la cerveza, amo". Drácula abre la puerta de la caja y agarra la botella. Inmediatamente la arroja lejos de sí al tiempo que se cubría los ojos con la capa. "¡Imbécil! -le grita a Igor-. ¡Sol no!"... Unos muchachillos adolescentes fueron a pedir Halloween. Uno de ellos, el más crecidito, llamó a la puerta de Himenia Camafría, madura señorita soltera. "¡Halloween o travesura!" -dice el muchacho. Lo toma por el brazo la señorita Himenia, lo introduce en la casa y cierra la puerta. "Está bien, jovencito -le dice con sugestivo acento-. Vamos a ver qué travesuras sabes hacer"... Un ebrio regresaba a su casa. Se le ocurrió atravesar el panteón para acortar camino, y fue a caer en una tumba abierta. Ahí se quedó profundamente dormido. A la mañana siguiente despertó y se vio en aquella fosa. "No caigamos en el pánico -dice tratando de disipar los humos de la borrachera-. Analicemos fríamente la situación. Una de dos: o estoy vivo o estoy muerto. Si estoy vivo ¿por qué me encuentro en una tumba? Y si estoy muerto ¿por qué tengo tantas ganas de mear?"... Aquel hombre creía en la otra vida. Tenía un amigo escéptico. "Si muero primero que tú -le dijo- volveré para probarte que sí hay un más allá". Murió, en efecto, y a los pocos días el amigo escuchó su voz, procedente de la región ultraterrena. "¿Ya ves que sí hay un más allá?" -le dice la voz. Pregunta el otro lleno de temor: "¿Y cómo es el otro mundo?". "Es muy hermoso -responde la voz-. Me la paso comiendo todo el día, y hago el amor 14 veces diarias". "¡Entonces estás en el paraíso!" -se alegra el amigo. "No hay tal paraíso -dice la voz-. Reencarné en conejo"... Sigue ahora el cuento cuya ambigüedad lo hace poco recomenda-ble... Un borrachín volvía a su casa después de beber toda la noche. En un oscuro callejón se le apareció un vampiro. "¡Te voy a chupar la sangre¡" -lo amenaza con cavernosa voz desplegando ante él su capa, semejante a las alas de un murciélago. "¡Lo que me vas a chupar es otra cosa!" -responde el borrachín. "Bueno -dice el vampiro cambiando el cavernoso acento por una voz afeminada-. Nomás que sea rapidito, porque ya va a amanecer"... (NOTA EXPLICATIVA: Quería decir el ebrio que el vampiro no le iba a chupar sangre, sino alcohol, pues casi puro alcohol le corría por las venas)... FIN.