El policía detuvo a un individuo y lo llevó ante el juez. "Su señoría –le dice-, detuve a este hombre porque trae herramientas de ladrón: una ganzúa, una llave maestra, un ‘santoniño’". Sentencia el juzgador: “Lo condeno a ir a la cárcel por ladrón". "Pero, señor juez -protesta el individuo-. No cometí ningún robo". "En efecto -reconoce el juez-. Pero la herramienta la trae". "Muy bien -dice el sujeto-. Condéneme entonces también por violación". "¿Violó usted a una mujer?" -se alarma el juez-. "No -contesta el individuo-. Pero también traigo la herramienta"... Suena el teléfono en la casa de Pepito. Con voz apenas audible, en un murmullo que casi no se oía, contesta el precoz niño: "Diga". "¿A dónde hablo?" -pregunta un señor. "Al 414141" -responde Pepito otra vez en voz muy baja. "¿Está tu papá?" -pregunta el señor. "Sí, pero no puede venir -dice Pepito musitando las palabras-. Está ocupado". "¿Y tu mamá?" -inquiere el señor. "-Tampoco puede contestar -responde Pepito igualmente en un susurro-. Está ocupada con mi papá". "Llama a tu hermana mayor" -pide el señor. "No puede venir -musita Pepito-. Está ocupada con su novio". "Entonces que venga tu hermano más grande" -demanda el señor. "También está ocupado" -vuelve a decir en voz muy baja el niño. "Bueno -insiste el señor-. Entonces llama a la criada". "Tampoco puede venir -repite Pepito sin dejar de susurrar-. Está ocupada con mi hermano". El señor se intriga: el papá ocupado con la mamá; la hermana ocupada con el novio; el hermano ocupado con la criada... "¿Pues qué están haciendo?" -pregunta con malsana curiosidad al niño. Y responde Pepito otra vez con un murmullo, como no queriendo que nadie lo oiga: "Me están buscando".... Rosibel tenía el busto enorme. El problema es que quería ser artista, y cantar acompañándose ella misma con la guitarra, pero no podía hacerlo porque la medida de su busto le alejaba el instrumento de tal modo que no lo alcanzaba. Así pues fue con una doctora especializada en cirugía plástica y le pidió que le redujera el busto. El día de la intervención, estando ya la chica bajo los efectos de la anestesia, la doctora se da una palmada en la frente. "¡Qué barbaridad! -exclama consternada-. ¡Se me olvidó preguntarle de qué tamaño quería que le dejara el busto! Tendremos que esperar a que vuelva en sí para preguntárselo". La anestesista, también mujer, desaconsejó eso y sugirió a la cirujana que aplicara su propio criterio. "No puedo hacer eso -contesta ella-. Pero tengo una idea. Nadie mejor que los hombres para opinar sobre esto: ellos sabrán qué tamaño de busto prefieren los hombres en las mujeres". Luego, volviéndose hacia una enfermera, le pidió que llamara a los practicantes del hospital. Llegan éstos, y la doctora les explica el problema: "Esta paciente no puede tocar la guitarra por lo grande de su busto -les dice-, y me pidió que se lo redujera. ¿De qué tamaño creen ustedes que se lo debo dejar, de acuerdo con el gusto de los hombres?”. Los practicantes echan una larga mirada al problema -a los dos problemas- y por unanimidad de votos decidieron que mejor la doctora le alargara los brazos a la paciente... FIN.