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De Política y Cosas Peores

Armando Camorra

Capronio, ruin sujeto sin rasgo de humana decencia, llevó a su esposa a una marisquería, cosa extraña en él, pues nunca sacaba a la señora. Grosero como era, se adelantó a pedir. Le dice al mesero: "Dame unos camarones". Pregunta el hombre: "¿A la diabla?". Responde Capronio: "A ella tráele unos totopos y ponle el plato de la salsa"... La esposa de aquel sujeto pasó a mejor vida. Un amigo suyo andaba de viaje, y no pudo asistir al funeral, pero fue a darle el pésame al día siguiente. La puerta de la casa estaba abierta, de modo que el visitante entró. Lo que vio lo dejó patidifuso: sobre la alfombra de la sala el viudo estaba yogando cumplidamente con la criadita de la casa. "¡Follardo! -le grita el amigo con enojo-. ¡Apenas ayer enviudaste, y ya estás haciendo esto!". "Amigo mío -se justifica el viudo-. Con esta pena tan grande ¿quién puede ver lo que hace?"... "Saltillo, bello Saltillo, con sus grandes catedrales; / Saltillo, bello Saltillo, siempre remedia los males. / Con su famosa Escuela Normal, / y con su centenario Ateneo Fuente, / y también con su prestigiado Instituto Tecnológico Regional, / que está del Ateneo enfrente, / plantel que del Estado es dependiente, / y también del sistema federal...". Así dicen los primeros versos, semejantes por su sonoridad a aquellos con que comienza La Ilíada, de la oda que escribió un ignorado vate en loor de mi ciudad. (Le dijeron al bardo sus perversos críticos: "Oye, está bien que hagas versos, pero no odas"). Independientemente del mérito literario que pueda o no tener ese poema, acierta el anónimo liróforo cuando dice que Saltillo tiene grandes atractivos que seducen y enamoran a sus visitantes. A esos sitios se suma hoy uno más. Este día se inaugura el campo de tiro del club Escopeteros del Norte, A.C., que recoge la gran tradición de tiradores saltillenses iniciada por don Gilberto Martínez, representante olímpico de México, y continuada por inolvidables señores como don Manuel Boone, el ingeniero Guillermo Narváez, Sergio "El Flaco" de la Colina -querido compañero mío en la primaria-, hasta llegar a ese gran señor que es José Luis Rodríguez, "La Cotucha", a quien Dios guarde muchos años y yo lo vea. El campo de tiro está situado en un bello paraje con todas las características de nuestro semidesierto coahuilense: cielo azul, aire transparente, colinas ondulantes, variada flora de arbustos y cactáceas... En ese espléndido marco natural construyó Guillermo Garza Ramón, con la valiosa colaboración de Gerardo Rivera y el respaldo de su eficiente patronato, unas instalaciones que ya las quisieran para sí los mejores campos de tiro en cualquier país. Serán inauguradas hoy por el Gobernador Enrique Martínez y Martínez en presencia de don Olegario Vázquez Raña, a quien tanto debe el deporte del tiro en México y el mundo, de Nelson Vargas, presidente nacional del deporte, del ingeniero José María Fraustro, subsecretario de Educación, y de grandes tiradores nacionales. Precioso es este campo de tiro, que muy bien podría servir como sede para un torneo mundial de ese deporte, y que seguramente será semillero de tiradores olímpicos mexicanos. ¡Enhorabuena!... El novio de Dulcilí logró después de muchas instancias que la candorosa muchacha le entregara el tesoro de su doncellez. Acabado el trance ella lloraba desconsoladamente. Decía entre sus lágrimas: "¡Hice algo terrible! ¡Me siento la peor de las mujeres! ¡Estoy llena de pesadumbre y de vergüenza por mi deshonor!". Él la consuela: "No te aflijas, mi cielo. Mañana iré con tus padres para pedir tu mano en matrimonio". "Bien -dice entonces Dulcilí enjugándose las lágrimas-. Arreglada ya esa cuestión me gustaría hacerlo otra vez"... FIN.

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