Bracerio, joven originario de Tingüingarapeo, se fue a los Estados Unidos y trabajó algún tiempo allá. De regreso en su lugar de origen contaba a sus maravillados contertulios la experiencia que tuvo en una casa de mala nota de Chicago. "Lugares como ése no hay en Tingüingarapeo -decía-. Alfombras rojas; cortinas de brocado; candiles de prismas... Al entrar me recibió una señora muy elegante, me llevó a una sala y me sirvió una copa de champaña. Eso no se ve en Tingüingarapeo. Me envió a una muchacha preciosa, rubia, de ojos azules. Una mujer como esa jamás se encontrará en Tingüingarapeo. Me llevó a un cuarto. ¡Qué habitación aquella! Luz tenue, incienso, una cama de agua, grandísima, redonda... De eso no hay en Tingüingarapeo...". Preguntan los amigos, ansiosos: "-¿Y luego? ¿Y luego?". Responde Bracerio: "De ahí en adelante ya todo fue igual que en Tingüingarapeo"... (NOTA: ¡Qué razón tuvo el gran poeta José Asunción Silva cuando dijo -cito de memoria-: "Juan Lanas, el mozo de esquina, es exactamente igual al emperador de la China: los dos son un mismo animal")... Lord Feebledick, que estaba en su casa de campo, amaneció cierto día en inusual estado de amorosa conmoción. Hacía mucho que no sucedía eso. Lo nota su valet, Highrump, y le pregunta: "¿Desea el señor que llame a milady?". "No, -responde lord Feebledick-. Tráeme mis pantalones bombachos. Voy a tratar de sacar esto de contrabando para llevarlo a Londres"... El gallo era ya viejo, de modo que el granjero compró un gallito joven a fin de que se hiciera cargo de las gallinas de corral. "No voy a pelear contigo -le dice el gallo viejo al recién llegado-. Eres más joven y más fuerte que yo. Pero dame al menos una oportunidad. Juguemos unas carreras. El que primero le dé tres vueltas al corral se queda con las gallinas". El gallito joven, jactancioso y seguro de sí mismo, acepta el desafío. Le pide el gallo viejo: "Pero toma en cuenta que tengo más años que tú. Dame unos cuantos pasos de ventaja". El gallo joven, sonriendo desdeñoso, concede esa ventaja. Dan la voz de salida y salen a toda carrera los dos gallos, el viejo adelante, el joven persiguiéndolo. Prorrumpe el gallo en cacareos estridentes. Oye eso el granjero, sale y ve al gallito joven corriendo atrás del gallo viejo. Trae su escopeta y ¡pum! despacha al otro mundo al gallo joven. Dice muy enojado: "¡Carajo! ¡El tercer gallo marica que me sale este año!"... Le preguntó un patrón al encargado de recursos humanos: “Dime la verdad, Comitrio: ¿qué piensan los trabajadores de mí?”. Responde el empleado: “Las opiniones están divididas, jefe. La mitad piensa que es usted un hijo de p..., y la otra mitad considera que es un hijo de su ch... m...”. René Bejarano dice que es un rehén. Otras personas, en cambio, piensan que es un pillo. Hay quienes afirman que es un bribón. Algunos consideran que es un truhán. Otros lo llaman vividor. No falta quien lo tilda de ratero. También hay otros que lo califican de bellaco. Unos le dan el nombre de delincuente. Para otros es un vulgar timador. Gente de alguna edad que todavía emplea palabras en desuso dice que es un granuja. Finalmente, son muchos los que lo ponen en la categoría de los sinvergüenzas. Como se ve, también en este caso las opiniones están muy divididas... El changuito inició una relación amorosa con la jirafa. Sin embargo muy pronto la dejó. Explicaba: "Sube. Beso. Luego baja, y dale. Sube y beso, baja y dale... ¡Quién aguanta!"... FIN.