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De Política y Cosas Peores

Catón

La enfermera tenía un busto opimo, exuberante, ubérrimo, desbordante, munífico, lujuriante, pletórico y superabundante. Le iba a tomar la temperatura a un paciente, y al hacerlo puso ante la vista del enfermo las ebúrneas rotundidades de su pródigo tetamen. Le dice la enfermera al médico: "El señor tiene 39 y medio grados de temperatura". Indica el facultativo: "Quítele dos, a cuenta del escote"... En la casa de reposo para ancianos una viejita le dice a un ancianito: "Le apuesto 50 pesos a que puedo adivinarle la edad con sólo tocarle la entrepierna". Responde el viejecito: "No es posible". "Sí lo es -insiste la ancianita con determinación-. No sólo puedo adivinarle la edad con sólo tocarle la entrepierna: también puedo decirle el mes y día de su nacimiento". "Imposible" -vuelve a decir el anciano. "Perfectamente posible -afirma la viejita-. Es más: con sólo tocarle la entrepierna le puedo decir también la hora en que nació. ¿Van los 50 pesos?". "Está bien -responde intrigado el ancianito-. Acepto la apuesta". La viejecita pone la mano en la entrepierna del viejito y luego declara con seguridad: "Tiene usted 87 años. Nació el año de 1917, el 17 de mayo, día de San Pascual Bailón, patrono de los cocineros". Aprieta otro poco la viejita la entrepierna del anciano y añade: "Y vino al mundo a las 4.45 de la madrugada". "¡Asombroso! -exclama el viejito sin poder contener su admiración-. ¿Cómo puede saber todo eso con sólo tocarme la entrepierna?". "Se lo diré -responde la ancianita-. Pero primero deme los 50 pesos de la apuesta". El viejecito entrega el billete, y vuelve a suplicar: "Ahora dígame cómo, con sólo tocarme la entrepierna, pudo adivinar mi edad, y además el mes y día de mi nacimiento, y hasta la hora". Responde con una sonrisa la ancianita: "Ayer me dijo usted todo eso"... Cada uno de los tres partidos principales ha tenido, o tiene todavía, un aspirante incómodo a la Presidencia de la República. El PAN no tiene que cargar ya con el suyo: por lo menos hasta la hora en que escribo esto la señora Sahagún no tiene intención ya de suceder a su marido en la que antes era la máxima magistratura de la Nación, y ahora es enormemente mínima. El PRI y el PRD, sin embargo, tienen sendos precandidatos que a pesar de todos los pesares podrían lograr la postulación, pues ambos poseen todas las mañas y arterías que necesitan para salirse con su fin. Hablo, obviamente, de Madrazo y López Obrador. En el caso del PRI hay varios aspirantes sin la mala imagen de Madrazo. Por lo que se refiere al PRD está claro que Cuauhtémoc Cárdenas tiene todos los buenos atributos que le faltan a López Obrador, y carece del variadísimo catálogo de tachas que concurren en la persona del jefe de Gobierno del Distrito Federal. Por desgracia no son los méritos los que determinan con frecuencia las candidaturas. En la política opera muchas veces una ley semejante a la de Gresham, según la cual la moneda mala desplaza a la buena. Nadie se asombre, pues, si el Presidente nacional del PRI si alza con la postulación, y tampoco nadie se sorprenda si por encima de la excelente calidad del ingeniero Cárdenas se imponen las malas artes del ladino gobernante de la Capital. ¡Ponte a temblar, México!... El señor y la señora se iban a divorciar, y acordaron repartirse todo por partes iguales. "Incluso los hijos" -propuso la esposa. "Pero tenemos tres -objeta el marido-. ¿Cómo los vamos a repartir?". Sugiere la señora: "Seguiremos casados un año más, para tener otro, y así nos repartiremos dos y dos". Arriesga el esposo: "¿Y si tenemos gemelos?". "Ay sí, gemelos -se burla la mujer-. Si me hubiera atenido nada más a ti ni siquiera estos tendríamos"... FIN.

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