La semana pasada un turista iba por la calle 42 de Nueva York cuando vio en un pequeño bar un letrero que decía: "Todo lo que usted quiera beber a precios de 1920". Le llamó la atención ese letrero, de modo que entró y se sentó en la barra. "¡Hola! -lo saluda amigablemente el cantinero-. ¿Qué le voy a servir?". Pregunta con cautela el visitante: "¿Cuánto cuesta la cerveza?". "Dos centavos -contesta el de la barra-. Precio de 1920". "Deme una" -pide el turista. Paga los dos centavos y se toma muy a gusto su cerveza. "Ahora dígame -pregunta nuevamente al tabernero-. ¿Cuánto cuesta un whisky?". "Seis centavos -responde el individuo-. Precio de 1920". "Entonces sírvame un whisky" -pide el turista, que no daba crédito a su buena fortuna de haber hallado ese lugar de precios increíbles. Vuelve la vista y ve a dos judíos sentados en su mesa sin beber y sin hablar. En voz baja le pregunta el turista al cantinero: "¿Y esos judíos?". "No haga usted caso -contesta el hombre-. Están esperando que sea la hora feliz". ¡Qué barbaridad! ¡Aun con precios de 1920 los ahorrativos caballeros esperaban la hora en que los bares sirven dos bebidas por el precio de una!... Afrodisio Pitorrón, galán concupiscente, estaba en su casa cuando sonó el teléfono. Quien llamaba era Susiflor, antigua novia suya. "¿Recuerdas -pregunta la muchacha- que una vez me pediste las galas de mi virginidad, y te dije que me había propuesto no entregarlas -las galas, quiero decir- sino hasta que me casara?". "Sí -responde Afrodisio-. Lo recuerdo bien". Y dice entonces Susiflor con voz alegre: "¿Cuándo nos vemos, pues? ¡Ya me casé!"... Todos los días surgen nuevas evidencias de que Ponce, Bejarano, Ímaz y otros señores -y señoras- de la misma ralea habían hecho del Gobierno del Distrito Federal un zoco o bazar inmundo para la venta de favores y el tráfico de influencias. He recibido comunicaciones de lectores que tenían contratos con el gobierno capitalino, contratos que databan de administraciones anteriores. Por medio de presiones, y aun de amenazas violentas, fueron obligados a renunciar a los derechos derivados de esos acuerdos, para que los nuevos detentadores del poder pudieran lucrar con ellos. Si Júpiter, siendo Olímpico, se daba cuenta de lo que sucedía acá en la Tierra, no es posible pensar que Andrés Manuel, aunque sea Olímpico también, no se haya percatado nunca de los sucios manejos de gente que tenía tan cerca tanto en la función pública como en la amistad. A otro perro con ese hueso, como antes se decía. Un viejo refrán aleccionaba: "Peléense las comadres y díganse las verdades". Por desgracia para los inmorales que urdieron esa red de venalidad y corrupción en el DF sus manejos salieron a la luz cuando su cliente principal, ese tortuoso caballero de industria que es Ahumada, se llamó a engañado. Ahora López Obrador llama "compló" a lo que es lisa y llanamente "la verdá". ¿Qué sería de este país si de él se apoderara "El Proyecto"? No respondo: la voz se ahoga en mi garganta, y sólo puedo decir esta palabra: gulp... El señor estaba muy enfermo. Vivía ya sus últimas horas. El médico le dijo a su esposa que se fuera preparando para lo peor. Pero se obró un milagro: no sólo el temido desenlace no se presentó, sino que el hombre dio señales de una increíble recuperación. "Señora -le anuncia el facultativo a la mujer-: su esposo se ha salvado. Dentro de unos días podrá salir del lecho y reanudar su vida normal". "¡Dios mío! -se consterna la mujer-. ¿Y ahora qué hago? ¡Ya vendí su ropa!"... FIN.