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De Política y Cosas Peores

Armando Camorra

El relato que viene al final de esta columnejilla fue anatematizado por la Pía Sociedad de Sociedades Pías, y recibió también un extrañamiento por parte del Club de Buenas Maneras. Las presidentas de ambos organismos, doña Tebaida Tridua y Ms. Mamy Vanderbelt, reprobaron con acrimonia el cuentecillo, y declararon -hablando las dos al mismo tiempo- que su publicación añade un elemento más a la decadencia de Occidente. Lo digo desde ahora para que mis cuatro lectores sepan que la lectura de esa narración puede ser inconveniente tanto a la luz de la moral como de las reglas del trato en sociedad. Hecha esa advertencia el autor queda libre de responsabilidad... La estupidez humana, y la barbarie que de esa estupidez deriva, no reconocen límites. El linchamiento acaecido en Ixtayopan, delegación de Tláhuac, en la Ciudad de México, es un acontecimiento que a todos los mexicanos nos debe avergonzar. Es inconcebible que ninguna autoridad haya hecho nada para rescatar a las víctimas de manos de una turba poseída por un miedo irracional, miedo atizado de seguro por gente a la que convenía que el hecho ocurriera como a final de cuentas sucedió. Sobrado tiempo hubo para arrancar a esos desdichados de manos de la turba que los golpeó brutalmente y luego prendió fuego a sus cuerpos. Aquí hubo gravísimas omisiones de funcionarios a quienes debe fincarse responsabilidad tanto como a los cabecillas de los linchadores, a quienes fácilmente se podrá identificar por los numerosos testimonios grabados que hay de la terrible acción. No se debe dejar impune este delito, aunque sea tumultuario. Más bien, precisamente por ser tumultuario se debe buscar a los responsables y someterlos a la justicia, pues dejar este crimen sin penarlo es sentar un precedente grave: cualquier grupo se sentirá autorizado por el anonimato de la muchedumbre para erigirse en juez y ejecutor. La pobreza y la ignorancia no eximen del cumplimiento de la ley y del respeto debido a la persona humana. La aplicación del orden jurídico servirá en este caso para evitar que se presenten otros semejantes... Doña Frigidia le comentó a una amiga experta en cuestiones amatorias: "Mi esposo Frustracio se queja de que no soy apasionada en el momento del amor. ¿Qué me aconsejas?". Le recomienda la sabidora amiga: "Al hacer el amor con él quéjate. Eso les gusta mucho a los hombres". La siguiente noche, cuando doña Frigidia y su marido estaban haciendo el amor, ella empezó a quejarse: "Caray, qué caro está todo. Ya subió el gas, ya subió el agua, ya subió la luz..."... (Tenía razón doña Frigidia, aunque ciertamente ése no era el tipo de quejas a las que se refería su amiga. A un señor le preguntó un amigo: "¿Qué harías si ganaras el sueldo del Presidente’". "No sé -contestó él-. Pero me gustaría saber qué haría el Presidente con el sueldo que gano yo")... Y ahora he aquí el vitando chascarrillo que se anunció al principio... El explorador blanco cayó en manos de los salvajes antropófagos. Discutieron entre sí la forma en que se lo iban a comer, y acordaron que cada miembro de la tribu comería un trozo, empezando de la cabeza hacia abajo. Harían eso en forma ordenada, de modo que todos alcanzaran su parte. Un caníbal, sin embargo, tuvo antojo de comer otra cosa. Halló por ahí un nido de ave con buena dotación de huevos frescos, y decidió que tal sería su comida. Empezaron, pues, su bárbaro banquete los caníbales. Le pregunta el jefe al otro: "¿Qué estás comiendo tú?". Responde el antropófago: "Huevos". Y le dice el jefe: "Ya te adelantaste"... (No le entendí)... FIN.

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