¡No, señores, no! ¡México no es un país de corruptos! Por cada político sinvergüenza hay muchos que hacen de la política lo que ésta debe ser: la ocasión más noble de hacer el bien a los demás. Por cada líder inmoral hay gran número de los que se esfuerzan por representar dignamente el interés de sus compañeros. Por cada empresario expoliador hay millares que tienen conciencia de lo que se debe a la justicia y la equidad. Por cada comerciante ávido de ilegítimas ganancias existen muchos más que hacen del comercio un medio de servicio. Por cada periodista en venta al mejor postor hay una cifra innumerable de honestos buscadores de la verdad. Por cada servidor público en busca de mordida hay miles de honrados servidores que cumplen su deber. Por cada profesor ganapán hay muchos maestros con verdadera vocación que entregan lo mejor de sí mismos a la hermosa tarea de formar hombres. Así pues no nos denigremos a nosotros mismos pensando que somos parte de una nación habitada por hombres y mujeres indignos, no. En México subsisten virtudes individuales y comunitarias fincadas en valores de bien, y esos valores están vivos y presentes en muchos aspectos de nuestra vida en sociedad. ¿Que hay muchísimos casos de corrupción? Naturalmente: los hay aquí como en todas partes. Eso es parte de la naturaleza humana. Pero son más los casos en que se ejercitan aquellos valores; es más lo bueno que lo malo. Luchemos en la medida de nuestra posibilidad contra los vicios que degradan nuestra vida de mexicanos y pongamos la parte que nos toca para conseguir que México se vaya volviendo, cada día, un país mejor para nosotros y para nuestros hijos... ¡Bravo, columnista! ¡Por esta vez no saliste con tu acostumbrada sarta de necedades, y en vez de ellas nos regalaste con una arenga vibrante y positiva! Dinos quién te la escribió, mentecato, porque es imposible que haya salido de tu escaso caletre y de los vacíos aposentos de tu cerebro, cerebelo, bulbo raquídeo y médula espinal. Si no, narra entonces algunos chascarrillos... El invitado a una boda le dice a su amigo: "Se me hace que el novio ya anda muy tomado. Está besando a la novia y haciéndole caricias muy ardientes”. "Hombre -razona el amigo-. Es natural que cualquier novio, aun delante de la gente, bese y acaricie a la novia”. "-¿A la del pastel?” -pregunta el otro... El tipo aquél recibió de su doctor una noticia infausta: sufría una incurable enfermedad. “Lo siento mucho -le dice el médico-. No vivirá usted más de dos meses”. "Está bien, doctor -dice el sujeto después de asimilar el golpe-. Permítame nada más pedirle un último favor. Le ruego que me lo conceda: es mi última voluntad”. "Usted dirá” -responde conmovido el médico-. Suplica el tipo: "Diga por favor que morí de extenuación sexual. Eso no me servirá de nada, pero al menos mis amigos creerán al fin todas las historias que les he contado”... FIN.