¡Mañana! ¡Sí, mañana aparecerá aquí "El Chiste más Rojo del Año"! Relato de tan subido color no han conocido los anales de la prensa, y su publicación es un ejemplo más del deplorable extremo a que han llegado las costumbres tanto en el mundo -sin excluir El Moquetito, Tamaulipas- como en la República. Lean mañana mis cuatro lectores "El Chiste más Rojo del Año", anatematizado lo mismo por la Liga de la Decencia que por la Pía Sociedad de Sociedades Pías. Mientras tanto hoy daré curso a otros cuentos que podrán servir para exornar mañana la grata conversación de sobremesa en la cena de fin de año... Don Poseidón, granjero acomodado, era padre de una hermosa doncella, Pudentina. Muy bella era la joven, y esa peregrina hermosura, con la riqueza de su padre, la hacían inaccesible al desmañado cortejo de los lugareños. Cierto día llegó al pueblo un extranjero joven, apuesto y presumido. En el casino oyó hablar de Pudentina, y dijo que no sólo la haría suya, sino que a modo de reto anunciaría su lascivo propósito al papá de la muchacha. Trabó para eso apuesta con los ya desairados pretendientes. Al día siguiente se presentó el forastero en casa de don Poseidón. Llamó a la puerta dando fuertes golpes. Abrió el vejancón, y antes de qué pudiera preguntarle al visitante quién era, o qué quería, el faceto galán le dijo desafiante: "Soy Pitoncio Paramaribo, y he venido para follarme a su hija". Don Poseidón sin poder dar crédito a lo que había oído, exclama estupefacto: "¡¿Para qué?!". "Paramaribo -repite el sujeto, displicente-. Pitoncio Paramaribo"... En la sala de espera de la maternidad tres jóvenes padres primerizos aguardaban ansiosamente a que sus respectivas mujercitas dieran a luz. Se abre la puerta, aparece una enfermera y le dice a uno de ellos: "Su esposa tuvo gemelos". "No podía ser de otra manera -declara con orgullo el muchacho-. Soy partidario de los Mellizos de Minnesota". Poco después se abre la puerta nuevamente, y la enfermera le anuncia al segundo joven padre: "Su esposa dio a luz triates". "Es natural -manifiesta con satisfacción el aludido-. En casa usamos productor 3M". El tercer muchacho se echa a llorar: "¡Dios mío! -clama mesándose el cabello-. ¡Para qué entré a trabajar en el Seven Eleven!"... La señora presentaba ciertos extraños desórdenes nerviosos. Su marido la llevó con un doctor, que después de examinarla y hacerle un interrogatorio presentó su diagnóstico: "Sufre usted de una tensión extrema, señora, que puede aliviarse fácilmente. Lo único que necesita es más actividad sexual. Digamos, necesita tener sexo tres veces por semana". "Dígaselo a mi esposo" -le pide la mujer. El facultativo hace entrar al marido y le dice: "Su señora necesita tener sexo los lunes, miércoles y viernes. Con eso recobrará la salud". Contesta el individuo: "Bien, doctor. Puedo traérsela los lunes y los miércoles, pero los viernes juego golf. Tendrá ella que tomar un taxi"... En el hospital dos pacientes compartían el mismo cuarto. Uno habría sufrido una complicada operación a corazón abierto; el otro estaba ahí por una sencilla intervención de cirugía menor. El primero se quejaba de falta de atención; el de la cirugía menor, en cambio, era objeto de una serie de continuas visitas por parte de todas las doctoras y enfermeras de la clínica. "No me lo explico -se quejaba el primero-. Yo estoy operado del corazón, y nadie del personal viene a revisarme. A ti te hicieron una operación de cirugía menor, y no cesa en tu cama el desfile de doctoras y enfermeras". Le contesta el tipo: "Así estoy desde que trascendió que la sutura de mi circuncisión requirió 27 puntadas"... FIN.