Doña Burcelaga iba por la calle cuando un torpe individuo se le plantó delante y abriendo su gabardina -única prenda que llevaba aparte de los gastados tenis y unos flácidos calcetines- mostró ante ella sus vergüenzas. Vergüenza debe haber sido lo mostrado, pues doña Burcelaga, mujer muy comprensiva, le dijo al soez flasher con acento de piedad: "-Tiene usted razón en protestar, señor. ¿Por qué no se queja en la Procuraduría? Quizás ahí le puedan conseguir una más grande"... Le comenta una señora a su vecina: "-¡Qué forma tiene tu marido de empezar el año! Lo vi ayer caminando con la frente en alto, la barbilla estirada, muy gallardo". "-Nada de gallardo -replica la vecina-. Lo que pasa es que está estrenando anteojos bifocales, y todavía no se acostumbra"... El fornido ranchero, hombracho bigotón y patilludo que lucía ropa vaquera y fino sombrero Stetson de los de cuatro pores (XXXX), se presentó ante el padre Arsilio al terminar la misa y le dijo con entusiasmo grande: "-¡Estuvo chido su sermón, padrecito! ¡Me gustó de a madre!". "-Te agradezco el elogio, hijo -responde con mansedumbre el santo sacerdote-. Me atrevería a rogarte, sin embargo, que no uses en mi presencia esas palabras. Recuerda que soy ministro del Señor". "-Perdone, padre -se disculpa el toroso feligrés-. Lo que pasa es que me emocionó mucho su sermón. Tanto me emocionó que eché en la canasta de la limosna cinco billetes de 500 pesos". "-¡No ingues!" -exclama boquiabierto el padre Arsilio... La commedia non è finita. He ahí el problema con el llamado Marcos, los llamados zapatistas y el llamado EZLN. La comedia no ha terminado. Dura ya mucho tiempo, y cada vez más gente abandona la sala. Muy poco público asistió a la celebración del décimo aniversario de las representaciones: sólo hicieron acto de presencia los consabidos y retratables inditos bajo sueldo, dos o tres celebridades no muy célebres, los tontainas turistas que piden libertad para las etnias sin reparar en que éstas les requisan el pasaporte como exigencia para darles el pase y dejarlos entrar a la función, y uno que otro curita despistado con vocación muy poco definida y definidísimo protagonismo, curitas de esos que se hacen de la vistita gorda ante el hecho de que los zapatistas son gente armada, en pie de guerra. Esos curitas viven de espaldas a los tiempos, que son de libertad, de democracia participativa, no de arcaicos discursos pro salvaje inocente, y ni siquiera escuchan las palabras de su pastor, el Papa, que dijo en su mensaje de Año Nuevo: " ...Ante las situaciones de injusticia y violencia que afectan a diversas partes del mundo, es cada vez más necesario construir todos juntos los caminos de la paz...". El festejo del Ejército de Liberación Nacional consistió en un partido de basquetbol -ya se sabe que el basquetbol es parte de los usos y costumbres de los pueblos indígenas-, un guapachoso baile y una arenga más o menos cursi -"¡Que viva todo el mundo!"- gritada por uno de los comparsas del eterno subcomandante, cuyo disfraz ahora consistió en la ausencia. A como van las cosas esta guerrilla de mentirijillas no acabará por el asedio de las fuerzas armadas. Tampoco será tragada por la selva, destino heroico en la novelística latinoamericana. Fenecerá de aburrimiento, entre asfixias de tedio y estertores de bostezos. Las revoluciones, para serlo, han de ser breves, pues en caso contrario pierden la ere. Ésta de los señores zapatistas es una extraña rebelión. "No hay por qué tener miedo -dijo el vocero de Marcos-. Estamos protegidos por las leyes, y por acuerdos nacionales e internacionales". Bendito sea Dios. Ya no hacen las revoluciones como las hacían antes... FIN.
