¡Mañana es el día! ¡Sí, mañana verá la luz aquí el deplorable chascarrillo intitulado "Confusión"! Badomía de léperos es ésa, indigna de que los espíritus selectos pongan en ella los pudibundos ojos. Pero ¿cuántos espíritus selectos hay? Quedan muy pocos. Y algunos ni siquiera saben leer. Vean mis cuatro lectores pues, mañana, el cuento "Confusión", y añadan un dato más a los muchos que ya están disponibles para documentar la decadencia de Occidente... Hacía mucho tiempo que no se presentaba Ianni Tzingas, conspicuo personaje de esta columnejilla. Su misión consiste en enviar cartas a los personajes públicos. En ellas afea su conducta, o alguna particular acción que encuentra reprensible. Al terminar su misiva siempre la signa con su nombre: Ianni Tzingas. Leamos esta carta que ayer envió a López Obrador: "Andrés Manuel: El licenciado Horacio Flores de la Peña, brillante economista, saltillense (de ahí lo brillante), era secretario de Estado. En cierta ocasión el Presidente de la República le habló por teléfono a su despacho. Eran las 11 de la noche. Don Horacio ya no estaba ahí. El Presidente hizo que lo llamaran a su casa. ‘Señor secretario -le dijo muy molesto-. Hace un momento lo busqué, y mucho me sorprendió no hallarlo en su oficina’. ‘Señor Presidente -respondió Flores de la Peña-. Yo llego a mi oficina por la mañana temprano. Trabajo todo el día sin parar. A eso de las 7 de la tarde estoy ya tan cansado que empiezo a hacer puras pen... Entonces, pensando en el bien de la República, mejor me vengo a mi casa’. Mira, Andrés Manuel: tu chofer y demás trabajan -según tú mismo has declarado- 20 horas cada día. No me gustaría encontrármelo en el viaducto. Así de cansado, sin dormir casi, desvelado, seguramente hará una pen... No quiero estar ahí cuando eso pase. Págale lo que quieras -para algo es tu amigocho, y amistad que no se refleja en la nómina es pura demagogia- pero ¿por qué lo haces trabajar tanto?". Ianni Tzingas... Dos gallinitas encontraron una canasta con huevos de Pascua pintados de todos colores. "-¡Wow! -exclama con escándalo una de ellas al ver la colorida nidada-. ¡La que puso estos huevo ha de ser una promiscua!"... Babalucas trabajaba en el departamento de ropa de una tienda de departamentos. Cierto día le estaba probando un traje a un caballero. El gerente de la tienda vio con asombro que de repente Babalucas daba un empujón al asustado cliente, que cayó de sentón en una silla. Acude presuroso el gerente y le pregunta a Babalucas por qué había hecho eso. "-Él mismo me lo pidió -contesta el badulaque-. Se puso el traje y luego me dijo: ‘¿Me sienta?’. Y yo lo senté"... Minucio, sujeto pobremente dotado por la naturaleza, fue con Pirulina a un motel de pago por evento. Cuando la chica vio a su galán al natural advirtió la pobreza de su anatomía. Le dice al tiempo que señalaba la indigente parte: "-¿A quién crees que vas a satisfacer con eso?". Muy seguro de sí mismo replica Minucio con una gran sonrisa: "-¡A mí!"... Aquel boxeador de poca fortuna regresó a su esquina al final del primer round. Llevaba cerrados los dos ojos a consecuencia de los golpes de su rival; sangraba profusamente por nariz y boca. Le dice su manejador: "-Tienes que ser más profesional, Kid Lona. Debes dejar de decir: ‘¡Ay mamacita! ¡Ay mamacita!’ cada vez que te da un golpe"... Se casó Rosilí. Al día siguiente de la noche de bodas el novio estaba exangüe, desfallecido, exánime, agotado. Por el contrario Rosilí se veía pimpante, llena de vida, rozagante. Toma el teléfono la flamante desposada y llama a su mamá. "-¡Mami! -le dice llena de felicidad-. ¡Acabo de descubrir que no es cierto eso de que las mujeres somos el sexo débil!"... FIN.
