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De Política y Cosas Peores

Por Armando Camorra

Esta columneja se forma hoy con varios y muy diversos ingredientes. Primero viene una insana muestra de satisfacción. Sigue después un sugestivo chascarrillo que bien podría situarse en otra parte. Al último aparece una comparación absurda, que más tiene de Margarito Ledezma que de Borges, entre la vida, la política y el ajedrez... Mrs. Patrick Campbell (1865-1940), también llamada "Mrs. Pat", fue una ingeniosa actriz inglesa. Sus frases andan todavía en boca de la gente. Cuando le preguntaron su opinión sobre la relación homosexual de dos actores, tema que en aquel tiempo aún causaba escándalo, Mrs. Pat dijo: "No me importa lo que hagan, con tal de que no lo hagan en la calle. Podrían asustar a los caballos". Con eso señalaba el ámbito estrictamente privado de la sexualidad, y el respeto que se debe tener a la preferencia sexual de cada quien. Mrs. Pat oyó decir a alguien que el honor de una mujer residía en su virginidad. "Pues qué sitio tan impropio para depositarlo", comentó. Yo digo que tampoco los botines o tacos de los futbolistas son sitio idóneo para depositar el honor o la gloria nacionales. Pero haré una confesión que algo tiene de vergonzante, por el asomo de nacionalismo que la declaración conlleva. Sentí una especie de insana satisfacción por la derrota contundente que el equipo mexicano de futbol propinó a la selección de Estados Unidos. Una de cal por las que van de arena... Llegó una muchacha con el médico. Le dijo llena de inquietud: "-Cada vez que estoy con mi novio me salen unas extrañas manchas negras en el busto". La revisa el galeno y le pregunta: "-¿Qué oficio o profesión tiene su novio?". Responde la muchacha: "-Es carpintero". "-Muy bien -dictamina el facultativo-. Dígale que cuando esté con usted se quite el lápiz de la oreja"... Nadie podrá decir que el ajedrez -esa minuciosa locura- sea una imitación de la vida. En ocasiones, sin embargo, la vida parece una imitación del ajedrez. Dígalo si no Vicente Fox, que tanta semejanza tiene con el rey de ese juego, y dígalo también Marta Sahagún, tan parecida a la reina o dama. En el ajedrez el rey tiene muy poca movilidad, está asediado de continuo por fuerzas enemigas y queda casi siempre arrinconado en el enroque. La reina o dama, en cambio, se mueve con libertad por todas partes; es una pieza ubicua, la que más luce en el juego por su poder y eficacia contundentes. Igual sucede ahora en el panorama político de México. Fox se ve impedido casi de movimientos; está como en un rincón, igual que el rey del ajedrez. Por el acoso que sufre, por la lentitud y cortedad de sus movimientos, por su falta de defensa, parece rey en estado de minusvalía. La señora Marta, por el contrario, campea por sus fueros y por los ajenos, anda en las cuatro esquinas del tablero, define muchas situaciones. Es la reina, la pieza más temible. Pero debemos hacer una observación muy importante. El ajedrez, igual que la política, es demasiado juego para ser una ciencia, y demasiada ciencia para ser un juego. Y en ajedrez, no hay que olvidarlo, la pieza más importante es el rey. Perdido el rey se pierde todo el juego. Y otra cosa: un peoncito -que ni siquiera es considerado pieza en términos de teoría ajedrecística- puede llegar a convertirse en reina, pero la reina jamás se puede convertir en rey. Su mismo poder le veda la posibilidad de ocupar el puesto que el rey ocupa aun siendo tan débil. Concedamos: la vida puede imitar al ajedrez. Pero el ajedrez tiene sus reglas. Y la política -esa otra forma de ajedrez- también... FIN

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