Hacía mucho tiempo que no tenía yo problemas con la Liga de la Decencia o con la Pía Sociedad de Sociedades Pías. No hay, sin embargo, felicidad eterna. Muy bien lo dijo Siro: "Fortuna vitrea est; tum cum splendet, frangitur”. "La dicha es como el vidrio: brilla, pero se quiebra con facilidad”. El día de ayer esas agrupaciones encargadas de La Moral del Mundo me advirtieron con áspera acrimonia que no debo narrar el infando chascarrillo conocido en los anales de la sicalipsis con el extraño cuanto intrigante nombre de "El Joven que se Frotaba Cierta Parte de su Anatomía con un Billete de Alta Denominación”. Maguer esa severa admonición, o sea a pesar de ella, daré a la luz tal cuento, escandaloso más que los relatos de Bocaccio o los dibujos del Aretino tan gustados por mi paisano Julio Torri. Lean mis cuatro lectores la picante historia al final de esta columnejilla. La preceden algunos otros cuentos y una muy breve digresión... Don Geroncio, señor de 80 años, se encontró en la calle a don Senilio, amigo suyo de la misma edad y aún algo mayor. "-¿Dónde andabas? -le pregunta-. Hace más de dos años no te veía”. Responde don Senilio con orgullo: "-Todo ese tiempo me lo pasé en la cárcel. Fui sentenciado por cometer el delito de rapto”. "-¿Rapto? -se asombra don Geroncio-. ¿A tu edad?”. Le cuenta don Senilio con una gran sonrisa: "-Una muchacha muy guapa me confundió con el verdadero raptor y me acusó injustamente. Pero me halagó tanto la acusación que me declaré culpable”... El inspector escolar iba a examinar en Aritmética a los niños de primer año. Pepito se presentó al examen con la braguetita abierta. "-Es por si tengo que contar con los dedos hasta once” -explicó a sus compañeros... Don Algón contrató a un nuevo chofer, de origen italiano. "-¿Cómo te llamas?” -le pregunta-. "-Calógero, señor” -dice el chofer. Replica don Algón: "-Ese nombre tan raro se me va a olvidar. ¿Cómo te apellidas?”. Contesta el hombre: "-Pappasitto”. Hace una pausa don Algón y luego dice: "-Bueno. Trae el coche, Calógero”... La joven mamá fue a que le bautizaran a su bebé recién nacido. "-¿Cómo se va a llamar el niño?” -inquiere el sacerdote. Responde ella: "-Francisco Javier René Roberto Pedro Antonio Luis Alfonso Bernabé”. "-¿Por qué ese nombre tan largo?” -se sorprende el cura. Contesta la muchacha: "-Es que cualquiera de ellos puede ser el padre”... ¡Aplaudid, manos ociosas! ¿A quién? A los ex braceros mexicanos que pedirán disculpas a la señora madre del Presidente Fox, y a su hermana, por haber irrumpido en su casa ilegalmente como medida de presión para obtener satisfacción a sus demandas. Haciendo a un lado lo estrictamente jurídico, desde el punto de vista del trato social, esa acción es plausible. ¿Llegará el día en que pidan disculpas los organizadores de manifestaciones callejeras, que tanto daño causan a tantas personas al interrumpir el tráfico igualmente de modo ilegal? Otra pregunta: ¿pedir disculpas debe librar de la pena que toca a quienes cometen un ilícito? Y una pregunta más, la última: ¿cuál es la capital de Dakota del Sur?... Y ahora he aquí el vitando cuento intitulado "El Joven que se Frotaba Cierta Parte de su Anatomía con un Billete de Alta Denominación”... Un muchacho llegó a la casa de su amigo y lo encontró frotando cierta parte de su anatomía con un billete de 500 pesos. "-¿Por qué haces eso?”-pregunta el amigo, estupefacto. Explica el joven: "-Es que a la noche voy a salir con Avidia, y a ella no le interesa nada que no huela a dinero”... FIN.
