El rico granjero fue a la gran ciudad y entró en la barbería de un hotel de lujo. Pidó servicio completo: corte de pelo, rasura y manicure. Se acomodó bien en el sillón y dejó que el maestro barbero lo cubriera con su manta para empezar a trabajar. Abrió muchos los ojos el granjero, porque se dio cuenta de que la chica manicurista tenía un pródigo, ubérrimo, munífico busto exuberante, muy visible además porque la muchacha portaba un escote que le llegaba casi hasta la punta del dedo gordo del pie izquierdo. Todo el tiempo que duró la muchacha en la operación el boquiabierto granjero no pudo apartar la vista de aquel encanto dúplex. La muchacha, concentrada en su labor, advirtió que el granjero traía un pellejito en una uña. Levanta los ojos y dice al hombre desde su banquito: "-Le voy a cortar eso". "-¡No, por favor señorita! -exclama espantado el granjero-. Esto es involuntario, pero si el máistro me deja que camine un poco sin quitarme la sábana, tenga usted la seguridad de que se me pasará solo". (No le entendí)...Yo viajo por todo México; lo miro con mis voraces ojos, y lo admiro. Desde el cielo veo el suelo y desde el suelo veo al cielo. Hallo el aire y la tierra llenos de hermosas criaturas recién salidas de las manos de Dios. Veo las blancas garzas que nos llegaron de África y que han hecho de México su patria de adopción. Veo los fieros gavilanes; guacamayas que llenan mi sierra de estridores; pájaros rojos, y azules y amarillos; chuparrosas más pequeñas que una pequeña rosa. Miro los sapientísimos coyotes; los venados; el lince que con ojos de lince me vio pasar en una madrugada desde la orilla de la carretera. Ni nosotros, con toda nuestra vesania de ignorantes, hemos podido cortar el hilo de la vida a muchas hermosas especies. Pero otras las destruímos ya. Desde la nada nos miran con ojos de reproche y nos dicen que el hombre es sólo parte de la Naturaleza, y que si atentamos contra ella, contra nosotros mismos atentamos. Cuidemos de nuestro mundo. Yo lo cuido porque no es mío: es de mis nietos y de los hijos de ellos... Se encuentran dos comerciantes. "-¿Cómo te ha ido?" -pregunta uno. Dice el otro: "-No muy bien. Me estoy rigiendo por la Ley de la Oferta y la Demanda". "-¿Cómo es eso? -pregunta el amigo. Le explica el comerciante: "-No vendo si no pongo todo en oferta y no cobro si no le pongo al cliente una demanda"... El cazador del Canadá bebía tristemente en la cantina del pueblo en la montaña. "-Me dicen que mi mujer me engaña con un esquimal -le cuenta al cantinero-. Cada vez que llego la encuentro muy nerviosa, corro y abro el closet, pero nunca hallo a nadie". "-Estás buscando mal -le dice el cantinero-. Esos se esconden en el refrigerador"... El niñito le pregunta a su mamá: "-Oye, mami: la vecina de al lado, ¿es medicina?". "-¿Medicina? -repite la señora sin entender-. No te entiendo. ¿Por qué dices que es medicina?". Explica el pequeñín: "-Es que cada vez que mi papá la ve dice: "-¡Carajo, cómo me gustaría recetármela!"... Un majadero sujeto, por lucirse, le espetó un piropo de subido color a una comadre suya que estaba embarazada: "-Comadre -le dijo con procaz sonrisa-. Me gusta mucho el cuarto que usted tiene. Cuando se desocupe, ¿me lo puede alquilar?". "-Claro que sí, compadre -responde la señora de buen grado-. Le voy a decir a mi marido que le ponga a usted la llave en la mano"... FIN.