¡Aplaudid, manos ociosas! ¿A quién? ¡Al Presidente Fox, por haber puesto a México al margen de la amenaza terrorista! Negó su voto a Bush en la injusta y bárbara guerra contra Iraq, y de ese modo nos libró del miedo que agobia ahora a las naciones cuyos gobernantes se alinearon con el inmoral y belicoso Presidente yanqui, Quizá ésta ha sido la única decisión acertada de Fox en todo lo que va de su mandato, y quizá tomó su determinación movido por el peso de la opinión pública, pero no cabe duda de que su proceder fue acertadísimo y prudente, a más de acorde con la política de paz que siempre ha profesado nuestro país. Como digo una cosa digo otra... y otra, y otra. Pongo una de cal por las muchísimas que van de arena, y declaro que en vista de los sucesos españoles debemos felicitar a Fox, y congratularnos nosotros mismos, por esa actitud del Presidente, que nos mantuvo fuera de la guerra de Bush y, ahora, de la temible guerra del terror... En el parque dos ancianitas pasaron frente a la banca donde estaban sentados dos viejitos. Le dice en voz baja una da las ancianitas a la otra: "-Camina más despacio, Añita; creo que uno de los dos está tratando de silbar"... He aquí una modesta variación sobre el eterno tema de Pigmalión y Galatea. Papá Geppetto hizo a Pinocho. Lo talló de un trozo de madera. A la mañana siguiente el viejo carpintero abrió los ojos y descubrió extasiado que el muñeco había cobrado vida, y era ahora un niño real, de carne y hueso. De inmediato, sin siquiera quitarse la piyama, tomó don Geppetto sus herramientas, y en otro pedazo de madera empezó a tallar la efigie de una hermosísima muchacha... El teléfono celular de Capronio suena en el lujoso restorán. Contesta él, y después de oír lo que le decía una voz responde alegremente: "-¡Claro que recordé nuestro aniversario, querida! Precisamente en este mismo instante estoy cenando en el mismo restorán donde celebramos nuestro primer aniversario de bodas. Pedí la misma mesa, el mismo platillo, la misma música de piano, y estoy con una muchacha exactamente de la misma edad y de las mismas medidas que tenías tú cuando nos casamos"... Va a empezar la noche de bodas. En el tálamo donde habría de consumarse el himeneo el anhelante novio se inclina hacia su mujercita y con delicadeza, como pañuelo que cae con suavidad, le pone la mano por primera vez en parte pectoral que nunca osó tocar durante todo el tiempo que duró el noviazgo. Exclama con enojo la flamante esposa: "-¡Otra vez lo mismo! ¡Sexo, sexo! ¿Por qué todos los hombres piensan nada más en esto?"... Don Algón, salaz ejecutivo, le dirigió un sugestivo piropo a la linda muchacha que le presentaron en una fiesta. Le dijo: "-Señorita Rosibel: se ve usted muy atractiva con esa falda de medio paso, ese ajustado suetercito y esas medias de malla". "-Gracias, don Algón -replica Rosibel con una sonrisa de coquetería-. Usted también se ve muy atractivo con esa cartera, ese talonario de cheques y esa colección de tarjetas de crédito"... Lord Feebledick llegó de la cacería de la zorra y encontró a su mujer, lady Loosebloomers, muy ligera de ropa en la recámara, y acezando con agitación como posesa por igniscente rijo de pasión carnal. Sospechando lo peor, o sea lo acostumbrado, lord Feebledick abrió la puerta del gran ropero de seis lunas. Ahí, oculto entre la ropa de milady, estaba el coronel Cockhound, antiguo compañero suyo en la campaña de Calcuta. Le dice Feebledick a su noble camarada: "-Qué bueno que te encuentro aquí, old chap. Sírveme de testigo: mi mujer dice que no tiene nada qué ponerse, y mira: entre tantos vestidos apenas te pude ver"... FIN.