Dulcilí, ingenua joven sin ciencia de la vida, termina de vestirse en el consultorio del acupunturista. El médico se viste también junto con ella. Y dice la cándida muchacha: "-Caray, doctor, yo siempre había creído que la acupuntura se hacía con una aguja"... La señora les cuenta a sus amigas: "-Por fin mi hermano decidió casarse. Parece que ya está harto de sexo"... El elefante le dice a la elefanta: "-No comas tantos cacahuates, mi vida. Te vas a arruinar la figura"... Comentaba una chica: "-Mi siquiatra es excelente. En cuatro sesiones me fortaleció la autoestima. Antes cobraba yo 400 pesos; ahora estoy cobrando mil"... El especialista en enfermedades venéreas le dice a su paciente: "-Lamento informarle que tiene usted herpes genital. Es una enfermedad sumamente contagiosa. Lo pondremos en una habitación aislada y lo someteremos a un régimen de pizzas". "-¿Pizzas? -se asombra el individuo-. ¿Con pizzas me curaré?". "-No -reconoce el facultativo-. Pero es el único alimento que podremos pasarle por abajo de la puerta"... En su convento las monjitas tenían vacas, y de su leche sacaban quesos, crema, rompope, dulces y otros productos para vender. Una de las hermanas se encargaba de la ordeña. Había una vaca que empezaba a inquietarse tan pronto ella le tocaba las ubres. Se agitaba, se removía, con patas y cola trataba de apartar a la ordeñadora. Le dice un día la monjita muy enojada: "-Ya párale. Si no te gusta que te agarren las chichis debiste haberte metido a monja"... El problema de este país es que hay muchos -y muchas- a quienes nada importa llegar a la ignominia con tal de proteger sus intereses. A la ignominia llegaron esos 50 peleles, pelanas, pelagatos, pelangoches, peletes, pelantrines, pelizorreros, pelitriques -ellos y ellas- que en "democrática" asamblea del Partido Verde, mal llamado Ecologista, dieron un voto de confianza al Niño Verdejo -llamado así por lo verde y por lo otro- y lo confirmaron en su dirigencia. A la ignominia llegaron también los líderes del SNTE que de la noche a la mañana reformaron los estatutos de esa agrupación para hacer que la lideresa moral -es un decir- del magisterio se erija en presidenta de la organización, por encima del secretario general, y por encima también de toda norma y de la decencia. Por eso estamos como estamos: porque a falta de otros productos la ignominia es ya un producto nacional... Perdón por ese desahogo, pero estoy muy encaboronado. Dejadme ahora narrar otros chascarrillos, a ver si me vuelve el sosiego que tanto necesito para orientar con sindéresis a la República... Don Vetulio, señor de edad avanzadísima, le propuso casorio a una garrida moza de 30 años. Le dice para convencerla: "-Sé que no soy lo mejor para usted, señorita Pirulina, pero estoy seguro de que con el tiempo aprenderá a amarme". Responde ella: "-Yo también creo que con el tiempo aprendería a amarlo, don Vetulio. El problema es ¿de cuánto tiempo disponemos?"... El sujeto con aspecto de pobretón le pregunta a la muchacha de tacón dorado que acababa de informarle el monto de su tarifa o arancel: "-¿Y hay alguna posibilidad de financiar esto a 30, 60 y 90 días?"... El boxeador lloraba pesaroso en su vestidor: había sufrido la enésima derrota en su carrera. Para consolarlo le dice su mánager: "-Vamos, vamos, Kid Lona. No es para tanto. Después de todo quedaste en segundo lugar"... El libidinoso galán y la muchacha estaban entregados al más antiguo rito natural. En el urente calor de las acciones, cuando el tremor del in y el out llegaba a su momento culminante, pregunta ella con acezoso acento: "-¿Me amas, Afrodisio?". "-¡Carajo! -responde él irritado-. ¿A quién se le ocurre hablar de amor en un momento como éste?"... FIN.
