Al final de esta columnejilla viene un cuento de subido color, desatentado. Leyolo doña Tebaida Tridua, Presidenta Ad Vitam interina de la Pía Sociedad de Sociedades Pías, y cayó en una melancolía estupurosa con retención de bilis negra o atrabilis (lipemanía) y depresión física y moral. Desde el funesto día en que sus ojos se posaron en esa infame historia, la ilustre dama cayó en el abatimiento y la tristeza. Seclusa en sus habitaciones yace en su lecho, inmóvil, los ojos fijos en la pared, indiferente a todo lo que la rodea. Sólo de vez en cuando dice: "Perrier, Perrier", que es la forma en que las personas de su condición social piden agua cuando son agobiadas por la sed. Si mis cuatro lectores no temen exponerse a un accidente semejante, lean ese relato al final... "La nariz de Cleopatra". Tal es el extravagante nombre de un ejercicio que se prohíbe en Teoría de La Historia. Ese tabú le veta al historiador profesional preguntarse qué habría sucedido en caso de haber pasado tal evento, o si no hubiera acontecido. Por ejemplo: ¿cuál habría sido el destino de Egipto y Roma -del mundo mediterráneo todo- si Marco Antonio no hubiese puesto los ojos en Cleopatra, como los puso, a causa de la rara forma que tenía la nariz de esta enigmática mujer? Imposible saberlo, desde luego, de modo que huelga toda especulación. Debemos atenernos a los hechos como fueron. En esa misma línea hay quienes se preguntan todavía qué habría sucedido si Luis Donaldo Colosio no hubiera sido asesinado en las Lomas Taurinas de Tijuana. Yo tengo para mí que no habría pasado nada. Desde luego esto también esto es especulación. No comparto la tesis de los que aseguran que con la llegada de Colosio a la Presidencia se habría producido un cambio radical en el país, una reforma total del Estado y de las condiciones en general de la vida política de México. Colosio era priista. Esa circunstancia definitoria, la inercia de las cosas, el origen partidista del personaje, sus compromisos, el hecho de haber emanado -por el tradicional dedazo- de un sistema como era el del PRI, cargado de corrupciones y de vicios, todo eso habría puesto un marco estrecho y riguroso a sus acciones. Colosio era más, mucho más priista que Zedillo. Recordemos que fue dirigente nacional de su partido. Todo indica que habría gobernado como un priista más. En fin, el hombre de Magdalena fue asesinado, y la opinión pública no ha quedado satisfecha con las explicaciones oficiales del crimen que le segó la vida. Calles y plazas llevan ahora su nombre, y periódicamente, en fechas propicias a la mercadotecnia, salen libros que tratan de su vida y de su muerte. Sin embargo no parece que el nombre de Colosio quedará inscrito en el martirologio nacional. Sus aniversarios habrán de ser, si acaso, una celebración priista... Viene ahora el nefando chascarrillo que anuncié al principio... Se estaba casando un joven sordomudo. El sacerdote le pidió que entregara las arras a la novia. Para darle a entender tal cosa le hizo con la mano la seña que significa "dinero". Luego el novio debía ponerle el anillo a la novia. El sacerdote hizo un círculo con los dedos índice y pulgar de la mano izquierda, y pasó por él una y otra vez el índice de la derecha, indicando la acción de pasar el dedo por el anillo. El novio ve aquello y se dirige por señas a su novia, que entendía ya ese lenguaje. Le traduce la muchacha al sacerdote: "-Dice que eso será hasta hoy en la noche"... (No le entendí)... FIN.
