"-Doctor ?le dice un señor al médico- mi señora padece insomnio''. "-Eso no es problema- responde el doctor sacando de su escritorio unas píldoras y unos polvos-. Con esto le vamos a quitar el insomnio a su señora. Mañana, cuando cante el gallo, déle estas píldoras. Y a la hora en que llegue el lechero, que es seguramente la hora en que despierta su señora, póngale en una lavativa estos polvos''. El señor se va con el remedio. A los dos días regresa. "-¿Cómo siguió su esposa? -le pregunta el galeno-. ¿Pudo dormir anoche?''. "-No, doctor -responde el tipo-. Y vengo a que me dé otro tratamiento. Al gallo como quiera lo hice que se tragara las píldoras, pero ¡ah cómo batallé para ponerle la lavativa al lechero!''... "-¡Padrecito! -dice muy compungida la rancherita al confesarse-. Me acuso de qui cuando voy a l´agua me persigue Libidiano''. "-No te inquietes, Silvestra -la tranquiliza el sacerdote-. El hecho de que ese muchacho te persiga no constituye un pecado por parte tuya''. "-¡Pero es qui siempre mi'alcanza, siñor cura!'' -confiesa la rancherita-... Los mexicanos, es muy triste decirlo, no producimos ni siquiera lo que nos comemos. De otras partes del mundo tenemos que traer nuestra alimentación. Hasta el maíz, producto originario de nuestro suelo, lo debemos importar. ¿Podemos hablar de que tenemos independencia y soberanía cuando no somos autosuficientes en materia de alimentación? Dios guarde la hora, como decía la gente de antes, en que nos lleguemos a indisponer con los Estados Unidos, cosa que bien podría suceder como consecuencia de problemas tan delicados como el narcotráfico o los indocumentados. En un abrir y cerrar de ojos nuestros buenos vecinos nos dejarían prácticamente sin comer. No hay nadie menos libre que aquél que depende de otro para su alimentación. Mientras no resolvamos de raíz el problema de la producción de alimentos los mexicanos viviremos en una continua dependencia. Nuestro campo está rindiendo como producto principal una triste cosecha de emigrantes que abandonan su patria y van a buscar dólares y a encontrar las más de las veces trato indigno, explotación, y en muchos casos hasta la misma muerte. Mientras no se afronte con honestidad y valor el problema del campo no podremos decir que somos libres... La joven muchacha le dice a su ansioso galán: "-Es cierto, Romeliano: me regalaste unos guantes y te los acepté, y hasta permití que me besaras las manos. Pero ahora que me regalas un brassiére... No sé, Romeliano; la mera verdad no sé''... Pepito llega muy triste de la escuela. "-Reprobé el examen'' -dice a su papá. "-¿Por qué?'' -se enoja el padre. "-Porque no llevé acordeón'' -contesta el niño. "-Hiciste bien en no llevarlo -dice el señor-. Es mejor reprobar que engañar y engañarse llevando un acordeón''. "-Pero es que debía llevarlo -dice Pepito-. El examen era de Música''... Don Epaminondas interrogaba con severidad al novio de su hija, pues la muchacha hablaba ya de casarse con el galán. Le pregunta en tono solemne: ?-¿Está usted seguro, jovencito, de que puede hacer feliz a mi hija??. ?-¡Uh! -responde alegremente el muchacho-. ¡La hubiera visto anoche!?...FIN.