El recién casado le dice en la cocina a su inexperta mujercita: "-Hazme veinte pares de huevos estrellados, mi vida''. "-¡¿Te vas a comer veinte pares de huevos estrellados?!'' -se asombra la muchacha. "-No -responde él-. Nada más el único que te va a salir bien''... ?-¡Quita las manos!"'' -exige la indignada muchacha a su ardiente y ávido galán. "-Perdóname, Rosibel -se disculpa el muchacho-. Es que estoy ciego de amor por tí, y ya sabes cómo se nos desarrolla a los ciegos el sentido del tacto''... Le comenta un señor al consejero matrimonial: "-Me preocupa mucho la felicidad de mi esposa, doctor''. "-Eso está muy bien -lo felicita el asesor-. Preocuparse por la felicidad de su pareja es signo de amor, y también de madurez. Qué bueno que le preocupa a usted la felicidad de su esposa''. "-Sí -confirma el señor-. Ya contraté a un detective para que la siga y averigüe la causa de su felicidad''... Hay gente que no cree en los milagros. Yo sí creo en ellos. ¿Podría explicarse de otro modo que el pueblo pobre mexicano siga aguantando los grandes sacrificios que se le han impuesto? De no existir los milagros, ¿cómo se explica el hecho de que muchos trabajadores sigan laborando a cambio de un salario que ya ni siquiera puede llamarse mínimo, sino misérrimo? ¿No es un milagro que no se hayan registrado en México los estallidos de irritación social que hemos visto en muchos países tanto de América Latina como de Asia, África y aun Europa? El que después de ver esto no crea en los milagros es porque pertenece a la especie que dice el Evangelio, de los que teniendo ojos para ver no ven, y teniendo oídos para oír no oyen... El doctor le dice a su paciente con tono muy enérgico: "-Y ya sabe usted, señor Catguto: por un buen tiempo nada de fumar, nada de beber, nada de andar con mujeres, nada de ir a comer a restaurantes, nada de desvelarse con amigos, nada de viajes, nada de salir de vacaciones''. "-¿Hasta que esté yo bien, doctor?'' -pregunta el pobre tipo. "-No, -contesta el médico-. Hasta que acabe de pagarme''... El papá de Pepito le da unas formidables nalgadas, y el chiquillo rompe a llorar con grandes alaridos. Al oír el escándalo llega corriendo la mamá del niño. "-¿Qué pasa? ?le pregunta a su marido-. ¿Por qué le pegaste?''. Responde disgustadísimo el señor: "-¡Anda! ¡Lo pesqué agarrándole el busto a la criada!''. "-Sí ¿verdad? -replica muy enojado Pepito-. Tú juegas con mi Nintendo, agarras mis cosas, y yo no te digo nada. ¡Y luego te enojas cuando yo agarro las tuyas!''... El señor y la señora se jactaban de ser modernos y sofisticados. Al cumplir 60 años de edad decidieron ir a pasar vacaciones cada uno por su lado. A la semana el señor llama por teléfono a su esposa. "-¡La estoy pasando en grande, Burcelaga! Me encontré una muchacha de 30 años y me ha ido de fábula con ella!''. "-Yo también me encontré un muchacho de 30 años -contesta la señora- y apostaría a que la estoy pasando mejor que tú''. "-¿Por qué crees eso?'' -inquiere el señor-. "-Simples matemáticas, mi vida -responde ella-. 30 entra dos veces en 60; 60 no puede entrar en 30''... FIN.