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De Política y Cosas Peores

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Pirulina, sabidora muchacha, le dice a su imperito galán: "-Ya estoy pensando, Simpliciano, que tú no crees en el más allá". "-¿Que no creo en el más allá? -se ofende el boquirrubio-. ¡Claro que creo! Me eduqué con los escolapios de San Tirso, no lo olvides, y nutrí mi intelecto en las lecturas del Padre Coloma y Monseñor Tihamer Toth. ¿Por qué dices que no creo en el más allá?". Contesta Pirulina: "-Porque sólo me pones las manos en las rodillas"... Hablando en su celular un sultán se disculpa con otro: "-Esta semana no puedo, Harun -le dice-. Me caso el lunes, el miércoles y el viernes"... Comentaba un lugareño hablando con el padre Arsilio: "-Nuestro pueblo es muy chico, señor cura. Con decirle que ni siquiera tenemos motel de paso". "-Bueno -se amosca el sacerdote-. Realmente eso no es muy necesario". "-Tiene usted razón, padre -concede el tipo-. Resolvemos el problema prestándonos por turno nuestras recámaras"... Los callejones sin salida son muy malos, pero los callejones sin entrada son peor. Parece inextricable ese aforismo. ¿Se aclarará si digo que el mayor problema es aquel que nadie quiere solucionar? Esto se antoja aún más difícil de entender. Haré otro intento: Los diálogos se complican mucho cuando los dialogantes no quieren dialogar. Con todas esas frases enigmáticas estoy haciendo referencia al espinoso problema que hoy por hoy afronta el IMSS. Todo indica que se ha llegado a un rompimiento entre el sindicato y la parte patronal. Los trabajadores no quieren renunciar a sus "conquistas", y hacen ofrecimientos que el Instituto considera insuficientes. Por su lado los directivos del IMSS se encuentran ya en el trance, en vista de la inminente quiebra de la institución, de esgrimir un principio jurídico -y lógico- de validez incuestionable: "Ad impossibilia nemo tenetur". A lo imposible nadie está obligado. Entre la espada del sindicato y la pared de la dirección, sin embargo, está el interés de millones de mexicanos. Esa consideración debería bastar para que las partes hagan más flexibles sus respectivos planteamientos de modo que en la mesa del diálogo, con base en cifras y datos de la realidad, determinen de común acuerdo lo que más conviene al IMSS, a sus trabajadores y -sobre todo- a los mexicanos cuyas aportaciones sostienen al Instituto y son la razón de su existencia. Ellos, los asegurados y sus familias, están por encima del sindicato y de la dirección. Su interés debe prevalecer... En la penumbra de la alcoba el marido se levanta del lecho conyugal y echa a caminar con los brazos tendidos hacia adelante y la mirada perdida en el vacío, como los sonámbulos, para salir del cuarto. Lo mira su señora y le dice: "-Ya no tiene caso que finjas, Afrodisio. Hoy por la tarde despedí a la muchacha"... La madama de la casa de mala nota llega al cuarto donde el cliente esperaba su servicio. Llevaba a una mujer vieja, fea y de aspecto descuidado. Le pregunta la madama al cliente: "-¿Es usted el que pidió la oferta del día?"... Don Blasonio pertenecía a la clase de hombres que son como la planta de la papa: lo único valioso de ellos es lo que está abajo de la tierra. En una fiesta se jactaba de sus ancestros. Decía, campanudo: "-Por parte de padre vengo de la casa de Estraperlo, de los duques del Sable y de la condesa Sisa. Por el lado materno llevo sangre del mayorazgo de Trapaza". "-¡Caramba, don Blasonio! -exclama una señora-. ¡Qué pedigrí se carga!". El carcamal se engalla. "-¡Señora mía! -profiere con tono de ofendida dignidad-. ¡Le aseguro que estoy perfectamente sobrio!"... FIN.

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