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DE POLITICA Y COSAS PEORES

La noticia me estremeció. Rezaba el titular de la primera plana: “Castiga Estados Unidos a México por López Obrador”. ¡Dios mío! -pensé lleno de angustia-. ¿Será eso consecuencia de las declaraciones que hizo AMLO sobre mí? ¿Tendrá que padecer toda la República los efectos de ese exabrupto, intempestivo como generalmente suelen ser los exabruptos? Me afligí sobremanera ante la sola posibilidad de que por causa mía, aunque indirecta, sufriera la Nación. ¿Cómo podía castigar Estados Unidos a López Obrador, pregúnteme, si con Bush tampoco estoy en buenos términos? Andrés Manuel López Obrador, según es bien sabido, es mi agente de publicidad. Gracias a sus buenos oficios el chiste que escribí sobre él lo conoció todo el país: fue difundido por los canales de la televisión, apareció hasta en los periódicos donde no escribo, y quienes no lo habían leído se apresuraron a buscarlo. No tengo con qué pagarle a Andrés Manuel tanta proyección. ¿Y aun así los norteamericanos castigaban por su culpa a México? Hice entonces lo que debí hacer desde el principio: además del titular leí la información. (Con las notas periodísticas sucede lo que con los camarones: el cuerpo es más importante que la cabeza). ¡Qué alivio! Estados Unidos no imponía a México el castigo por la arremetida de Andrés Manuel en contra mía, sino luego de que AMLO divulgó información confidencial proporcionada a México por Estados Unidos sobre Gustavo Ponce, ex Secretario de Finanzas de López Obrador. ¿Dirá ahora el Jefe de Gobierno del Distrito Federal que también el imperialismo norteamericano organizó un complot en contra suya? Claro es que el Procurador del DF, Bernardo Bátiz, reconoció ya ante los senadores que la teoría del complot esgrimida con tanta vehemencia por el gobernante capitalino, quien acusó a Fox de haber urdido una conspiración para perjudicarlo, es sólo una postura política de López Obrador. Dijo el Procurador que en el asunto de los “videoescándalos” hay dos niveles: el político y el judicial. “En el nivel político -dijo a los senadores- esa parte no me corresponde; es el Jefe de Gobierno quien hace una acusación política”. ¿Qué significará eso de “acusación política”? ¿Será tal expresión un eufemismo para nombrar las ficciones -es decir las mentiras- que inventa alguien para defenderse de una acusación, ésta sí presentada ante la autoridad correspondiente? Quien acusa no debe hacerlo “políticamente”, sino verdaderamente, es decir, con apego a la verdad. La manifestación de Bátiz echa por tierra la tesis del complot difundida por AMLO. El mismo funcionario aceptó que no hay ningún elemento para sustentar judicialmente la acusación hecha por el Jefe de Gobierno del Distrito Federal. He aquí una nueva muestra de la “integridad” de López Obrador. Tendré que pedirle su renuncia como mi agente de publicidad. Además puede llegar a ser Presidente de la República, y le será difícil cumplir los dos trabajos... La pequeña Rosilita le dice llorando a su mamá: “-¡Ya no quiero jugar con Tonilita a la casita!”. Le pregunta la madre tiernamente: “-¿Por qué, hijita?”. Responde la niña con enojo: “-¡Es que ella quiere quedarse con todos los clientes!”... Le dice la guapa chica a su galán: “-¿Traes una pistola en el bolsillo o simplemente estás contento de verme?”... Ya en el diván le cuenta la nueva paciente al siquiatra: “-Soy dibujante industrial, doctor, y quizá por tanto que uso los compases me ha dado por creer que soy compás. “-Extraño caso el suyo -responde con gravedad el analista-. Lo estudiaremos con el mayor cuidado. Por lo pronto, para poder iniciar el tratamiento, hágame el favor de cerrar las piernas”... FIN.

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