El marido llegó a su casa más borracho que el mosquito que picó a Dean Martin. Lo acompañaba un compadre suyo, también en estado de ebriedad completa. ".¡Qué barbaridad! -exclama con enojo la mujer del temulento-. ¡Mira cómo vienes, Enofilio! En castigo no te recibiré en mi lecho durante 15 días. Y a usted, compadre, por inducidor, no lo recibiré en toda una semana"... Babalucas sufría de una pasión contrariada: la mujer de sus sueños se negaba a darle el sí. Tampoco le dijo que no: cuando él le pidió relaciones lo único que contestó la muchacha fue: "-Guácala". Le dice Babalucas con magnílocua voz de actor dramático: "-¡Si no correspondes a mi amor, Clorilia, me tiraré por la ventana!". "-No seas ridículo, Baba -acota ella-. Estamos en el primer piso". "-¡Pues me tiraré 20 veces!" -amenaza Babalucas... Yo siempre me preguntaba por qué a Pipino el Breve le decían así. He dado al fin con la causa de ese apodo. Cuenta la historia que un terrible dragón asolaba la comarca. Dragoneaba el animal; decía que iba a raptar a la hermosa princesa Guinivére para saciar en ella sus bestiales impulsos dragontinos. Pipino oyó las jactancias del vestiglo, fue hacia él montado en un caballo blanco -era alazán tostado, pero lo pintó especialmente para la ocasión- y entabló fiero combate con el monstruo. Después de tres días de lucha sin cuartel logró vencerlo: lo traspasó de lado a lado con su lanza. Quedó ya libre el reino de la amenaza del dragón. En recompensa el monarca dio la mano de Guinivére a Pipino. La noche de bodas se presentó Pipino al natural ante su flamante mujercita. Ella ve a su marido de arriba abajo -hizo un alto en medio- y luego dice muy mohína: "-¡Carajo, de haber sabido esto mejor me voy con el dragón!"... La muralla china, a lo que sé, es el único objeto de creación humana que se ve desde la Luna. No se ve, por ejemplo, doña Macalota, con todo y lo gorda que es, ni se mira tampoco don Tonelio, señor de quien he hablado ya en estas líneas, que en la tina de baño le pidió a su esposa que le lavara la espalda. "-¡Caón! -exclamó ella-. ¡Mejor te lavo la Suburban!". Si se ve la muralla china quién sabe por qué nuestros políticos no tratan de ver cómo están haciendo los chinos para poner toda clase de productos, hechos con calidad y baratura, en el mercado norteamericano, cosa que sólo en corta medida hemos logrado hacer nosotros, vecinos del poderoso país. Yo digo que el empresario mexicano está aherrojado por un sistema que se niega a dejar de ser estatista, lleno de controles, gabelas, imposiciones de todo orden y marañas legislativas, tributarias, burocráticas y administrativas que habrían puesto al mismísimo Yahvé en la imposibilidad de crear el mundo, no digo ya en seis días, sino ni siquiera en seis mil millones de años. El mexicano lo único que pide es que el Gobierno lo deje trabajar, pero una caterva de organismos estatales lo agobia con cargas y exigencias que lo estorban, y aun a veces lo desaniman. China es un país supuestamente comunista que actúa con criterio capitalista, en tanto que México es un país supuestamente capitalista que impone a sus ciudadanos cartabones que aun las naciones que estuvieron sujetas al comunismo superaron ya... La pintora era hermosa y de ubérrimas formas corporales. Su modelo de desnudo era un joven en pleno auge hormonal. Ella, al pintar, dejaba ver el turgente busto, velado apenas por transparente blusa, y dejaba ver también otras porciones cubiertas sólo por brevísima faldita. Le dice la pintora a su modelo: "-Por favor, Erectino, contrólese usted, o no vamos a terminar nunca este cuadro"... (No le entendí)... FIN.