Las copas antes de la comida son como el busto femenino: una no es suficiente, y tres son demasia-das. Don Respicio fue a comer en un restorán con sus amigos, y no sólo bebió tres copas, sino cuatro o cinco, y luego un par de cervezas para rociar las viandas, y todavía después, al terminar el ágape, pidió un coñac doble a modo de bajativo. Solía decir don Respicio que el vino eleva el espíritu, convéngale al cuerpo o no, pero él no sabía tomar vino: el vino se lo tomaba a él. Así, cuando quiso volver a su oficina se dio cuenta de que no estaba en condiciones de ir a trabajar. Decidió, pues, volver a su casa. Cuando llegó no podía abrir la puerta: la cerradura, cosa rara, giraba en forma errática, de modo que era imposible meter la llave en ella. En eso llegó un gendarme. "¿Qué hace usted, amigo?" -le pregunta. Farfulla don Respicio: "Esh mi casha, oliciaf. Abra ushted y le ensheñaré". Abre la puerta el guardia, entran, y don Respicio lo lleva a la recámara. "-Mire -tartajea-. Ésha esh mi sheñora". "-¿Ah sí? -pregunta el policía, suspicaz-. ¿Y quién es el hombre que está acostado con ella?". "-¡Qué pregunta! -se enoja don Respicio-. ¡Pues soy yo, claro!"... El fantasma del Che Guevara se le apareció a Fidel Castro. Le dice el Che al comandante con voz de ultratumba: "-Me inquieta el futuro de Cuba". "No te preocupes, chico -le contesta Fidel-. Todos los cubanos me seguirán hasta el final". Pregunta el Che, sombrío: "¿Y si no te siguen?". Responde Castro: "Los que no me sigan a mí te seguirán a ti"... ¡Huy, qué tremendo cuento! Al narrarlo sentí un espasmo atetoide y sinclónico de los esternocleidomastoi-deos, espasmo también llamado salutatorio o de salaam, pues quien lo sufre se inclina varias veces en forma involuntaria, como saludando o haciendo una zalema. Ojalá Castro no se me eche encima diciendo que tengo fijación contra él, y que es muy democrático. Me pregunto qué tajada sacará el añoso dictador a cambio de Ahumada. De Fidel se puede esperar todo, igual que de Talleyrand. Cuando murió este intrigante ministro de Napoleón todos se preguntaban: "¿Y ahora qué estará tramando?". Así Fidel: ¿por qué devolvió a Ahumada en forma tan expedita? ¿Qué consecuencias devendrán del regreso a México del argentino? ¿A quién harán más daño sus declaraciones? Y, finalmente: ¿cuál es la capital de Dakota del Sur?... La señorita Solicia Sinpitier, célibe madura, aceptó ir a pasear en automóvil con don Autumnio, caballero de cierta edad, pero todavía con partes aprovechables. El senescente galán estacionó su coche en un romántico paraje. Sin embargo en vez de hacer algo interesante se puso a señalarle a Solicia las constelaciones, y a darle el nombre de algunas estrellas que además estaban muy lejanas: Altair, Beltis, Casiopea, Dione, Eridanus, Fomalhaut, Gemma, Horus, Jiray, Karbana, Lura, Merops, Norma, Orpheus, Pegasus, Qablu, Riksha, Samu, Tau, Urna, Vespa, Widhayu, Xiphias, Yildus y Zerah. La señorita Solicia oyó las necedades del despistado caballero sin interrumpirlo. Cuando este acabó la nómina estelar ella le dijo: "-Caramba, amigo mío: este lugar está tan apartado que seguramente no se oirían mis gritos si usted tratara de aprovecharse de mí"... Viene ahora un cuento de subido color. Las personas púdicas deben saltarse hasta donde dice FIN... Tres señoras embarazadas estaban platicando. Dice la primera: "-Cuando hicimos el amor yo estaba abajo y mi marido arriba, de modo que voy a tener niño". Dice la segunda: "-Yo estaba arriba y mi marido abajo, de modo que voy a tener niña". "-¡Dios mío! -exclama la tercera consternada-. ¡Entonces yo voy a tener un cachorrito!"... (No le entendí)... FIN.