Le dice el médico al señor: "-Le tengo dos noticias: una mala y una buena". "-¿Cuál es la mala noticia, doctor?" -se alarma el visitante. Responde el facultativo: "-Su esposa tiene una enfermedad venérea". "-¡Caramba, caray, carajo, cáspita, caracoles, canarios, carambola!" -exclamó el señor, que tenía dispuesto siempre un ordenado catálogo de interjecciones-. ¡Mi esposa con una enfermedad venérea! Y la buena noticia ¿cuál es?". Le informa el médico: "-Que usted no se la contagió"... Yo también tengo dos noticias para la República. Pero esas noticias no son una buena y una mala, sino una muy buena y otra aun mejor. La muy buena es que Santiago Creel está en primer lugar entre los panistas que podrían participar en la sucesión presidencial. La otra noticia, todavía mejor, es que Marta Sahagún de Fox aparece casi en el último. Desde luego la muestra que originó ese dato es relativa: se obtuvo sólo de una parte de los delegados que participaron en la última asamblea nacional del PAN. Sin embargo el dato es revelador, pues muestra una tendencia del partido a escoger a su candidato presidencial con criterios que no se limiten a la engañosa imagen que tal o cual precandidato pueda dar. En este caso el riesgo que afrontan los panistas es que se vuelva a repetir el caso de Fox, quien se impuso a la dirigencia partidista y se alzó con la candidatura aun contra la voluntad de muchos de los principales militantes. Santiago Creel, no cabe duda, es un político serio, capaz, que goza de buena opinión lo mismo dentro del PAN que fuera de él. Sería un excelente candidato, entre otros muy buenos que podría presentar Acción Nacional. Sin embargo no cabe pensar en la señora Fox como en una opción viable. Ciertamente doña Marta se beneficia cada día con los reflectores de la atención pública, que ella misma se encarga de encender, pero su inocultable aspiración de llegar a la Presidencia es estorbada por su absoluta impreparación para el cargo -desde luego eso no impidió que llegara a él su actual marido-, pero sobre todo por la circunstancia de ser esposa de quien ahora funge como Presidente. Inquieto como estoy por la eventualidad de que en la próxima contienda electoral tengamos que escoger únicamente entre tres emes: Marta, Madrazo y Manuel, me alegra ver que hay otras letras en nuestro abecedario nacional... El joven Impericio no poseía ninguna habilidad erótica. Era poco apto en las artes amatorias; su foreplay pecaba de excesiva rapidez -en vez de piyama usaba traje de jockey- y en su performance era desmañado y torpe. Cierto día salió con una chica y se refociló con ella. A media coición Impericio le preguntó ansiosamente a la muchacha: "-Dime, Tedia: ¿te está gustando?". "-Mira -responde ella-. Si esto fuera un programa de televisión yo ya habría cambiado de canal"... Aquella señora no solía dar importancia a las preocupaciones de su pequeño hijo. Un día el niño le dice en voz de queja: "-Mami, en la escuela los niños me llaman ‘El menso’". Responde ella, indiferente: "-¿Y a mí qué?". Contesta el chiquillo: "-A ti te dicen ‘La panzona’"... Un señor que visitaba el panteón de la ciudad vio el espectáculo más extraño que es dable imaginar. Ni siquiera los surrealistas habrían podido concebir visión tan rara. He aquí que una mujer estaba sobre una tumba con un ventilador encendido, y lo movía de un lado a otro para que el aire soplara a todo lo largo del monumento funeral. El hombre se le acerca y le pregunta: "-¿Por qué hace usted eso, señora?". Explica ella: "-Hace un mes mi marido pasó a mejor vida. Al morir me hizo jurarle que antes de estar con otro hombre esperaría yo por lo menos a que su tumba se enfriara"... FIN.